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Niego la mayor sobre la acusación que me hacen de detestar Murcia pueblo. Me considero a pesar de todo muy murciano, aunque de una Murcia que ya no existe. Mi dominio de la riqueza expresiva del castellano antiguo viene no de leer, sino solamente de ... que soy murciano, y mi mala lechecica tiene origen inequívoco por la parte de Lorca. Si me largara de aquí para no volver sentiría morriña de Murcia, pero no tendría ningún lugar físico al que volver, ya que éste solo habita en el lejano pasado. Quedan, por supuesto, unos pocos restos arqueológicos de esa memoria sentimental murciana, siempre mucho más reales que esas letras de metal pegadas al suelo de las calles que dicen 'aquí hubo no sé qué'. Uno de esos restos, que acabamos de perder, era la longaniza.
Desde hace unos dos o tres años a la longaniza en Murcia, incluso en esos pocos refugios de lo verdadero que no han sido sustituidos por alguna franquicia de hamburguesas o algún gastromusic (esos lugares de 'nada en el plato, todo en la pistola en la sien con la que te apuntan al traer la cuenta'), la llaman «salchicha roja». Si se pierden los viejos nombres, se pierde inevitablemente la cosa que designan, porque el lenguaje hizo a la cosa y no al revés. Cuando escuché hablar de «salchicha roja» reconvine, y tuve que dejarlo correr porque parece una tontería, pero me salió el aborigen que sabe que las cosas heredadas no son jamás ninguna tontería: «Perdone usted, eso es lo que en Murcia se le llama longaniza». «Es que la gente de fuera si le dices longaniza no sabe lo que es», me contestaron. Pues que la gente de fuera aprenda, porque si no, «de fuera» seremos los de dentro.
En Cataluña 'llonganissa' designa a un embutido que en este caso sí es tipo salchicha. La longaniza 'de pellizco' murciana, la que se come partiéndola con los dedos, no puede ser llamada ahora salchicha roja al pimentón porque si perdemos el idioma perderemos también lo que designa. De hecho, volví al mesón y ya no tenían, puesta a secar en el techo como desde hace al menos cuarenta años que yo recuerde, «salchicha roja», sino solo «salchicha blanca».
Tras mi reconvención, cortaron por lo sano y para que los turistas no sufriesen una dramática confusión habían eliminado, probablemente para siempre, mi embutido primordial. La «salchicha blanca» acabará llamándose simplemente hamburguesa.
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