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La boina militar color borgoña le quedaba, el Día de la Hispanidad, mucho mejor a Leonor que cuando las ha llevado su padre, no digamos su abuelo. Quedaba más mujer, más hombre y más de todo, en general. A su jura de la Constitución llegó ... vestida de lorquiano y purísimo muro de España, en blanco traje sastre. Por comparación, los políticos que la rodeaban parecían personal del servicio de catering, y diciendo además algunas inconveniencias, por haber empinado el codo cuando no miraban los señores. No importa que sea guapa en esa edad en que es falso que todo el mundo lo sea. Es resplandeciente, tiene esa mirada inimitable de los que han jugado de niños. Esa chica frágil, nuestra heredera, manejaría el espadón herrumbroso de los reyes godos como una brizna. Está llamada a graves destinos, en la hora única, no más tarde del minuto debido.
Fue un espectáculo verla cruzar entre cómicos de la política parlamentaria y de la política judicial, tan a sueldo del Estado español como contra él, polichinelas ideológicos y otras malformaciones que nos ha enviado el Adversario. Fuera de la luz que irradiaba su saber estar, había esquinas muy oscuras pobladas de seres menores, de semovientes, y los corrillos de excelentísimos mediocres –que la criticaban en su gran día– los hendía pasando entre ellos sin dificultad, como si fueran mantequilla rancia. Hubo un ser muy menor, presidenta de algo, que hizo un discursito protocolario muy woke, pero esa falta de educación y ese limpiarse en las cortinas solo llegó a oídos de la prensa y nadie más hizo el menor caso, porque todo el mundo había desconectado. El ser pronto volvió a su submundo, como correspondía.
Tal vez haya un día en la nación española donde los tradicionales habitantes de la charca tendrán derecho a existir y a tener una opinión, como siempre, pero en su sitio, la charca, para evitar confusiones. De pronto, la sombra que acechaba por todas partes pareció alcanzar a la madre de Leonor, doña Letizia, que pareció ponerse rígida por una abrumadora tristeza, y no era para menos. El Rey intervino para alejar a Leonor, en su día, de ese fantasma sobreentendido, que lo está pudriendo todo.
No todo. Cumplirá Leonor la Constitución española y la hará cumplir, lo juró, y en sus dieciocho años a la antigua usanza, en plena madurez, había el viejo fuego de que la palabra de la heredera vale. Hará cumplir, con traje sastre o bajo la boina borgoñona.
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