Intervención

Estamos demostrando que no somos capaces de gobernarnos mucho tiempo en libertad, igualdad, unidad, democracia, en fin, como los países de nuestro entorno. Nos cansa, nos aburre. Solo hemos durado cuarenta y cinco años haciéndonos los homologables. Si ganara la opción de la sensatez en unas hipotéticas elecciones (ya es mucha hipótesis) podría gobernar, calculo, a lo sumo un par de ejercicios presupuestarios. Los echarían por un esto o por un lo otro. Y lo que llegaría después no sería una broma. Solo trato de juntar y revolver todos los datos, que al arrojarlos sobre el tapete siempre sacan el mismo número: que el pesimismo coincida con los datos no los anula.

Los bienpensantes deberían meterse en su cueva. Buena parte de culpa de que estemos así y ya no haya ninguna salida agradable para esto lo tienen ellos, por su imprevisión. Sí, estoy hablando de usted, no se esconda bajo su vida satisfecha. Primero aseguraron que «nunca» podría haber un Gobierno PSOE-Podemos-Independentistas. De terroristas ya ni hablábamos. Empero, me llamaron «catastrofista y cenizo». El catastrofismo ya se sabe que hoy solo es una rama especialmente optimista de la autoayuda. Lo de «cenizo» implicaba que la culpa de cómo apuntaban las cosas en España la tenía yo. Los bienpensantes es que tienen mucha gracia. Después, vino lo de que «nunca» habría un golpe en Cataluña porque todo iba a ser «un paripé». Nunca, nunca, croaban. Siempre de los mismos creadores, llegó recientemente otro éxito primaveral, «Sánchez dirá que las condiciones de Puigdemont son inasumibles, se envolverá en la bandera española y convocará otras elecciones». ¿Por qué tanta gente no se cuentan alguna vez la verdad?

La fruta más cuidada y ejemplar se pudre en un solo día si cae de su árbol, y nunca vuelve a él. No habrá otra transición hacia la convivencia, en el supuesto de que esto siga siendo un solo país, si no somos intervenidos desde fuera. No tiene por qué ser con nuestro permiso.