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Las prohibiciones no arreglan los problemas, los amplían. Intentan cortar con algo malo provocando una multiplicidad de males nuevos. Se está celebrando mucho la idea que han tenido en Gran Bretaña de prohibir que los nacidos a partir del año 2009 puedan comprar tabaco jamás, ... para que sea la primera generación con pulmones libres de humo. Por supuesto, esa ley tardará poco en viajar a España, donde se endurecerá. Al político contemporáneo español le gusta más hallar nuevas prohibiciones con las que hacer más desgraciados a sus votantes que comer con los dedos. Antes a eso se le llamaba represión de la libertad; hoy se lo llama «avanzar».
Me parece bien que la gente sea más sana. Por ejemplo, no fumando jamás papel colmado de alquitrán y porquerías o comiendo carne regularmente, porque el veganismo, una secta apocalíptica en la senda de Waco, está matando población joven 'influencer' a capazos, como si no hubiera un mañana. Pero ya desde la propia ley británica se inicia una de esas confusiones típicamente protestantes que harán mucho peor lo que se hace que lo que se trata de evitar. Al final ocurrirá como con la 'Ley Seca': la 'Ley Seca' acabó cuando gente que nunca se había interesado por el alcohol se pasaba los días borracha, por ese placer de la transgresión que tan bien conocemos los educados como católicos. Y el veto del tabaco para siempre a los que tengan hoy 15 años o menos se terminará cuando la Salvation Army (los protestantes anglosajones siempre disponen, para todo, de un «ejército de salvación» compuesto por viudas sin teñir, cuyo indisimulado objetivo final es prohibir vivir) se dé cuenta que los nacidos a partir de 2009 mueren más de cáncer de pulmón que todos sus ancestros anteriores. Una 'boina' de humo furtivo se elevará visiblemente sobre la primera generación de la Historia a la que se le impide fumar. Se supone que cigarrillos, porque a los 15 años como que no veo a los chicos fumando puros «toscano antica riserva», como servidor de ustedes. ¿O sí? Confesaba el músico irlandés Shane MacGowan que durante su infancia en «la isla esmeralda» su familia le daba de fumar y de beber cerveza o whisky, como los mayores, «porque no era pecado». Hoy todo aspira a ser pecado cívico mortal, pero protestante: que si el planeta, que si los piquitos de Rubiales, que si los pulmones. El puro 'toscano', el único tabaco fósil del mundo, es un placer genuinamente católico: para iniciados, amargo como la mujer (por citar el Eclesiastés 7.26) y hasta provocador, porque parece que se fuma contra el Gobierno, inventado como no podría ser de otra manera por los italianos. Me aficioné a la mediterránea, con moderación, leyendo al filósofo Savater, rendido a su brutal poderío.
Lo normal será que los quinceañeros británicos que malamente habían fumado algún cigarrillo insípido, y ante la nueva prohibición, se aficionen sin medida, por llevar la contraria, a esta clase de ocultismo católico del humo para el que no están preparados ni lo estarán culturalmente nunca. Habrá muchos muertos.
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