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No sé quién dijo, si es que alguien lo dijo, que «están las mentiras, las cochinas mentiras y luego las encuestas». Aunque a mí me gusta más lo que sí sé que dijo Winston Churchill: «Sólo creo en las encuestas que yo mismo he manipulado». ... Me resultan muy informativas las encuestas de opinión que le hacen a la gente, pero por saber por supuesto lo que no opinan. Es clarificador siempre lo que no revelan los estudios demoscópicos. Las más ambiciosas encuestas permiten conocer todo lo que la gente desconocía en absoluto hasta el momento de tener que opinar sobre cualquier cosa. No es que los encuestados mientan. Es que no tienen nada que decir pero se sienten obligados a decir algo.
Por ejemplo, el señor Tezanos del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) ha preguntado hace unas semanas a los españoles, con un despliegue impresionante de medios y dinero («los impuestos vuelven», dicen), que si son felices en sus vidas, venga, responda. El 80% de esta pobre gente ha dicho que sí que son felices. «A pesar del pesimismo que intenta propalar la derecha», ha apostillado el señor Tezanos. A la gente la llaman a sus casas y nunca quiere decepcionar al encuestador. La gente quiere aparentar saber de todo. A la pregunta de si soy feliz hasta yo mismo respondería evidentemente que sí. Siempre hay el miedo de no estar a la altura de lo que desea escuchar el encuestador. El más distorsionador sesgo de las encuestas de opinión no está en las preguntas, tampoco en 'cocinar' las respuestas, sino en que la gente no se cuenta la verdad a sí misma, no sea que eso provoque algún tipo de problema. Es como si durante el franquismo se hubiese telefoneado a las casas para preguntar «es usted franquista sí o no». O como esas preguntitas que te hacen rellenar en el visado para entrar a los Estados Unidos tipo «¿ha pensado alguna vez atentar contra el presidente?». ¿Aceptarían un sí?
La gente no sabe si es feliz, pero responde la opción que parece menos mala. Preguntar en una encuesta por la felicidad es como preguntar por el concepto de infinito. ¿Qué me dice usted del infinito? Pues que está muy bien. A pesar de los intentos de la derecha.
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