Fachendas

El obrero no podía ser un fachenda. El obrero no podía ir de nada salvo de pobre. Y se produjo la confusión terminológica. Se identificó a los fachendas con los fachas de derechas, que iban de fachada, confundiendo el 'fascio' mussoliniano con la 'faccia', la faz, la apariencia. Los obreros, por contraposición, debían ser todos de izquierdas. Y no. Los fachendas eran, incuestionablemente, señoronas de ambos sexos, pero no tenían por qué ser de derechas. No era cierto ni siquiera hace noventa años, cuando la palabra fachenda era de uso común y lo de facha no se había inventado aún. Un fachenda fenomenal de entonces era el presidente socialista Largo Caballero, que tardaba más en arreglarse que los toreros. Un fachenda inusual: parecía exquisitamente vestido, sin chirridos. Uno de los hombres más elegantes de su siglo, más raro aún tratándose de un soviético integral. Pero un fachenda garantizado.

Hoy día se habla demasiado de fachas y nada de fachendas. Sin embargo tenemos mandando al mayor fachenda que probablemente han visto los siglos. Exhibiendo autoimportancia y trajes lamidos al cuerpo por cien vacas. Sólo le falta la salida bombástica de misa de doce. Va de algo. La clásica señorona española de sexo masculino de toda la vida que anda como llenando la calle y un día que mire demasiado alto se caerá para atrás.