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Desconfío de los movimientos ciudadanos y me gustan tan poco los vecinos que me he tirado la vida esperando en la calle para evitar subir con alguno en el ascensor. La pandemia me vino a dar la razón, cuando las autoridades recomendaron no compartir ascensor, ... algo que solo trae sinsabores, como que mueras contagiado o tener que hablar del tiempo. Por eso mismo nunca firmo iniciativas ciudadanas por la calle. Siento aversión por la democracia directa, que al final reconozco que es desconfianza por la gente. Cuando me piden mi firma para una reivindicación pública me pregunto si es que me han visto cara de sindicalista. Tengo que revisar en profundidad la pinta que se me ha quedado.
Sin embargo, acabo de firmar la queja ciudadana en la capital de Murcia sobre la desaparición del que un día fue señero Cine Rex. Lleva tiempo cerrado y sus propietarios privados no parece que lo vayan a dedicar a la cultura. Debiera comprarlo el Ayuntamiento, o yo qué se qué. Hubo otros históricos cines en Murcia, pero se me permitirá decir que el Rex era mi cine de abajo, mi cine de cercanías al que casi podía ir a ver las películas con pantuflas. Era uno de esos cines mezcla de racionalismo arquitectónico y detalles art decó del franquismo en blanco y negro, con sus arañas gigantes, su pasamanería en bronce y su gallinero necesariamente destartalado. Hubo muchos en España pero éste era el cine en el que el acomodador con linterna me tenía por uno de su familia.
Sus matinales de los domingos eran menos salvajes que las de otros cines como el Coy (donde no era raro que los niños fueran al cine armados con navajas y lutchakos), pero si no era el mejor para gamberrear sí lo fue para estrictamente ver películas. Nunca olvidaré la mañana en que mi acomodador me coló, pues me faltaba mucho para llegar a la edad exigida para el acceso, a ver la película 'Tiburón', de Spielberg. Se dice, y es cierto, que tras ella los veranos nunca fueron lo mismo. Quienes nunca hemos sido los mismos somos los que la vimos con pocos años, que a partir de ese estreno formamos una especie de secta secreta que nos entendemos con códigos en los que nadie más participa. O fue la primera, y casi única, película que se te coló a bocados en las neuronas reptilianas o nunca sabrás de qué estamos hablando.
El Rex siempre fue el cine de 'Tiburón', que por mucho tiempo que pasara aún seguía flotando en el aire (como se rumorea que flota en el aire un fantasma en el viejo Cine Coliseum, hoy un bingo) y su antiguo maderamen me parecía que tenía algo de camarote. Hubo, a principios de los 90, una reforma no desacertada, que dio un ambiente como egipcio y moderno al interior. Pero el tiburón seguía rondando por la obra muerta. Hace mucho que lo cerraron y cuando de noche vuelvo a mis antiguos pasos en esa calle para ver cómo está mi madre me parece ver, a veces, a mi remoto acomodador haciéndome señales con la linterna para colarme...
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