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Esta noche es Nochebuena y estoy contento porque ya no me pone triste, ya estoy mayor para la nostalgia, también esto se acaba. Nunca se siente tan intensamente la nostalgia como cuando se es muy joven y aún no hay vivencias suficientes para sentirla. La ... nostalgia que desarma de verdad es proyectiva, cuando intuyes lo que pasará, no cuando ya hace mucho que pasó. Cuando eres niño cada Nochebuena te hace incondicionalmente feliz; luego, hay una larguísima época de cierto pesar por el recuerdo; después, accedes a esa privilegiada situación, ya definitiva y en la que yo ya estoy, la planitud, que no plenitud. La ausencia de todo, la 'absentia', estado vagamente oriental. La vida llega un momento en que se acaba en su camino asfaltado y lo que sigue es un sendero vecinal nada transitado, donde nadie oirá tus gritos y no puedes llevar provisiones ni cargar ni siquiera con la persona que fuiste. Notas que en la Nochebuena te han abandonado hasta los muertos queridos, que tienen mejores cosas que hacer.
Los fallecidos queridos se ausentan de las habitaciones en las que celebraron tales noches como esta noche cuando deben preparar con la adecuada antelación tu propia llegada a su mundo. Naturalmente, en la que fue casa familiar se siguen observando todos los ritos navideños, como si todo estuviese allí. La vida es seguir haciendo las mismas cosas como siempre se hicieron, aunque ya no signifiquen nada, o precisamente porque ya no significan nada. Eso es el deber, base de todo. Las sillas vacías alrededor de la mesa familiar se siguen poniendo, como si hubiese presencias inmateriales convocadas a la cena. Presencias que antes sentías, y ellas se hacían sentir (por ejemplo, tirando todos los cuadros de la casa).
Ya sobre las sillas vacías no hay nada. Ha dejado de irradiar ese remanente de energía humana que se suele llamar 'fantasma'. Y no viene ya aquel olor a viejuno pavo trufado –no hay nada tan espectral como un olor, y en especial a comida– que sabías que correspondía a cuarenta o cincuenta años atrás, porque hace una era geológica que en ninguna Nochebuena se cena eso. Pero esta noche se hace todo de la misma forma porque nuestro deber es repetir un mecanismo. Respetar el mecanismo es muy importante.
Brindaremos sin grandes emociones, porque cuando durante una vida ya han ocurrido demasiadas, forman una masa inerte, oscura. Eso es lo que nuestros queridos fallecidos, que no vendrán a cenar porque ya sonrientes nos preparan nuestro lecho eterno, esperan de nosotros.
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