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Como todos ustedes saben, el calamar y otros cefalópodos, cuando se ven precisados, sueltan un chorro de tinta que confunde a su atacante y les da unos segundos para escapar y perderse en cualquier dirección. Comprenderán que es una simple estrategia de evasión, no es ... una jugada para permanecer y/o vencer al adversario, es una táctica que busca quitarse de en medio, salvar una situación incómoda y poco más. Cuando supimos ya oficialmente que Begoña Gómez estaba investigada por tráfico de influencias y corrupción desde el mes de abril, Feijóo preguntó por ello a Sánchez, claro. En ningún momento Sánchez, desde que esto empezó, ha explicado por qué argumenta que su mujer es inocente. Se ha empeñado en ponerse agresivo y negar legitimidad a las investigaciones periodísticas y judiciales. ¿Cuál fue la respuesta a Feijóo en sede parlamentaria, el lugar donde se debe dar cuenta a los ciudadanos? Ahí va, y por este orden: «Milei, Netanyahu, Manos limpias, ultraderecha, fango, fango, fango, fango, fango, fango, Abascal, Gaza Rafah, ultraderecha, fango, Vox, fango, fango, Abascal, fango, fango, Vox, fango, ultraderecha». Esto es tinta de calamar, punto.
Responsabilidades políticas. Lo primero que debería hacer la oposición es salir en tromba a exigir su dimisión y meter una moción de censura. Esto, en un país serio de Europa, sería motivo de dimisión inmediata, primero, porque el comportamiento de Begoña ha sido incorrecto –ya veremos si ilegal– y segundo, y más importante, por el numerito de los 5 días. En aquel momento, no se entendía que Sánchez montara ese pollo por una simple apertura de diligencias. Ahora sabemos, por el escrito presentado por el abogado de la señora Gómez, que 4 horas antes de su psicodrama, Mr. Handsome ya sabía que su mujer estaba investigada. Y ahora se entiende: la tinta del calamar. Montó un pollo de muerte, acojonó a su gente, despistó a sus rivales y ganó tiempo para ver por dónde salía. Eso sí, ocultando a todo el país que su mujer estaba investigada por corrupción, cosa que es seria. Utilizó esa estrategia para presionar al juez y a la prensa que había investigado el caso. Sus terminales mediáticas cargaron contra ciertos medios, contra el estamento judicial, hablaron de 'lawfare'... ¿para qué? Para que nadie se atreviera ni a opinar sobre el tema. Un uso perverso de su puesto como presidente para su beneficio propio. Por esto debería dimitir. En Dinamarca, Alemania o Inglaterra, su propio partido le hubiera enviado al paro.
Investigada. Begoña Gómez tiene derecho a la presunción de inocencia y habrá que demostrar si cometió o no delito. Aquí se abren dos responsabilidades: las penales, que las dirimirán los tribunales, y las políticas, que debemos exigir que se cumplan. Si Begoña Gómez es inocente, Sánchez, con su sobreactuación, la ha perjudicado muchísimo porque de ver lo desquiciado que está surgen algunas preguntas: si no hay nada... ¿por qué lio el melodrama de los 5 días metiendo en ello hasta al rey? Si «esto va a quedar archivado»... ¿por qué ha tenido el juez que soportar las intromisiones constantes del fiscal para saber «por dónde iba el caso y qué iba a hacer»? Si todo es producto de la máquina del fango... ¿por qué 'alguien' filtró el informe de la UCO a 'El País', el diario más progubernamental que existe? Todo apunta a que el asunto preocupa en Moncloa y mucho. Todas las jugadas de Sánchez al respecto hacen ver que el caso es serio.
Descalificaciones. Decir que es una denuncia por «recortes de prensa» es una falta de respeto. Al igual que ocurrió con los casos GAL, ERE o Gürtel, lo que han publicado 'El Confidencial' y 'The Objective' sobre el 'Begoñagate' son investigaciones periodísticas con fotos, documentos y pruebas. De hecho, no afirman que ella haya hecho nada ilegal: dan testimonio, eso sí, de ciertos comportamientos de la 'presidenta', como la llama Patxi López. Si esas informaciones fueran falsas, habrían sido denunciados al segundo por Sánchez/Gómez. Por si esto fuera poco, la Audiencia Provincial de Madrid ha refrendado la actuación del juez Peinado, afirmando que «hay indicios de delito». Luego todo apunta en una dirección que no es buena. Pero, independientemente del resultado final, el penal, el PP debería exigir la dimisión de Sánchez por mentir a todos los españoles, por meternos en conflictos diplomáticos para tapar esto, por usar el Estado como si fuera suyo. Saca la tinta una vez y otra, y otra, y no repara que uno no puede esconderse siempre y que los hechos le persiguen y lo alcanzarán.
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