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Hace dos semanas, en esta misma columna, sentamos las bases para hablar de la perversión del lenguaje en política. Algo más que peligroso porque primero formulamos los pensamientos, luego estos se hacen palabras y luego, las palabras llevan a los hechos. Por eso, aceptar como ... bueno el lenguaje perverso, maleado, engañoso, manipulador, pérfido, es el primer paso para que los totalitarios ganen. Ejemplo, aquella época en que algunos aceptaban el término 'conflicto vasco' en lugar de 'hay un grupo terrorista matando y extorsionando'. Pedro Sánchez no es un demócrata. Lo demuestra la forma en que, manu militari, gestiona su partido. Una formación que fue socialdemócrata y que se ha convertido en una estructura cesarista en la que él decide qué, cómo y cuándo se hace. Ejemplo: cuando se presentó en el Congreso y decidió, unipersonalmente, cambiar la estrategia con respecto a nuestros dos vecinos norteafricanos, ni disimuló: decía «he decidido», «he llegado a la conclusión»... etc. Que en su partido le aguanten eso, vale, pero el resto de ciudadanos ni tenemos por qué ni nos da la gana comulgar con ruedas de molino y asentir ante las cacicadas de este narciso obsesionado con el poder. Somos ciudadanos libres de la UE y no vamos a consentir esto.
Diccionario español-pedronista. Quiero hacer una aclaración: llevo meses llamando a su partido 'Partido Sanchista' porque ya no es el PSOE. Ya no existe. Existe un partido sin autocrítica, diálogo o discrepancia interna, al servicio del maravilloso líder apoyado en unos cuadros de bajísimo nivel. Pero es que el día del mitin de Benalmádena la cosa fue un paso más allá: una vez que su esposa había sido imputada por un juez, y esa imputación ratificada por la Audiencia Provincial de Madrid, don Pedro se personó con su señora en un mitin mientras que todos coreaban el nombre de una imputada: «Begoooña... Begooooña...», a un pelo estuvo de cantar el «No llores por mí Argentinaaaa...». Es por esto que el recién denominado partido sanchista debe llamarse, para salir de dudas, Partido Pedronista, por su parecido con el peronismo argentino, que así les ha ido. Me dispongo, para evitar que nos engañen, a realizar aquí un pequeño diccionario que sirva al común para traducir las múltiples perversiones del lenguaje que el supremo líder ha desarrollado.
Vamos allá. Empezamos con un término de actualidad: 'financiación singular' para Cataluña. Esto, en cristiano, significa cuponazo fiscal para Cataluña. Esto es, que se queden con el 100% de lo recaudado y se les perdonarán los 80.000 millones de pavos que deben al Estado. ¿Por qué? Para ver si Illa sale presidente. Otro chantaje más. Sigamos con las traducciones: 'Mayoría progresista' es otro término que llama la atención. Significa galimatías de partidos de muy diverso cuño, algunos enfrentados entre sí, que permitieron a Sánchez ser investido y al que extorsionan a diario. Es tan falso el término que incluye al partido más facha del Estado, Junts, que vendría a ser algo así como el Vox catalán pero, encima, supremacista. Hay más: la ley de amnistía permite «hacer política en Cataluña». Otra trola, como si lo que se hizo desde la Transición fuera fútbol. Los independentistas andan más a la gresca que nunca, bloqueando presupuestos, exigiendo el 100% de la pasta, referéndum e incumpliendo hasta una resolución del TC hace apenas unas semanas. ¿Qué ha cambiado? Nada. El término significa: por 7 votos estamos arrodillados frente a ERC y Puigdemont. Y viene la mejor: 'medidas de regeneración democrática', este es de órdago a lo grande, bolivariano, chavismo puro y duro. Significa que los jueces no puedan juzgar a mi mujer y mi hermano y que voy a silenciar a los medios que son críticos con mi gestión o cuentan nuestros casos de corrupción. Esto, en un país de la UE es impensable. Que el Gobierno pretenda poner multas a medios de comunicación es un ataque sin precedentes a la democracia. Si algún periodista miente, para eso están los juzgados. Y lo de los jueces, es lo que hizo Kichner cuando la pillaron trincando, «había 'lawfare'», esto es, los jueces la perseguían. ¿Les suena? Pues eso, que esto es Pedronismo, al más puro estilo de Juan Domingo Perón. Y así, con todo, han acusado al juez Peinado de tener ¡dos DNI! Resulta que hay un tío que se llama como él. ¿Eso no es fango? El hermano de Sánchez pidió una baja por paternidad sin ser padre, pero contarlo es fango. Han pervertido el lenguaje y esa, y no otra, es la clave para luego hacer las tropelías.
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