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Resulta extraordinariamente difícil hacer un pronóstico hoy en día sobre un posible resultado electoral por dos motivos: uno, el elevado porcentaje de ciudadanos que decide el voto ¡el mismo día de la votación! Lo que los especialistas llaman los indecisos que suponen nada menos que ... el 30%. Un huevazo de gente. Dos, las campañas electorales, los giros, sorpresas, los tomas y dacas que los dos grandes partidos generan para llevarse el gato al agua de resultado impredecible. Si a esto le sumamos que la participación en las europeas suele ser baja y que no sabemos si PP y PSOE van a saber motivar a su electorado para votar, pues es complicado saber qué va a pasar. Y para muestra, las elecciones del 23-J donde en la última semana, entre las cagadas del PP y lo de «que viene la ultraderecha», hasta una empresa fiable, solvente y eficaz como GAD3 patinó.
'Déjà vú'. Aunque hay otros matices desde la imputación definitiva de Begoña Gómez y la 'nueva carta a los creyentes' del padre Sánchez, comienzo a tener un 'déjà vú' de lo que pasó el 23-J. Algunos columnistas llevábamos años avisando al PP de que su alianza-proximidad con Vox legitimaba a los de Abascal y les quitaba voto, metiéndose en la misma trampa que el PSOE con la extrema izquierda. Cuanto más te arrimas, más los necesitas y así 'ad aeternum'. Pues ni puto caso. El 23-J se dieron cuenta, al fin, cuando tras arrasar en la autonómicas, Feijóo perdió la presidencia que tocaba con la yema de los dedos por no haber controlado a su partido en las alianzas con los ultras y por las barbaridades que estos hacían y decían a propósito. Hace cosa de un mes y medio, las expectativas para las europeas marcaban una derrota histórica de Sánchez. Brutal, se hablaba hasta de 10 puntos y el fin de Sánchez. Ahora, en un auténtico 'déjà vú¡ de lo del 23-J, vemos que recorta dos puntos al PP por semana. Con demagogia, sí, con el melodrama de los 5 días, sí, con lo de Milei, sí, montando pollos con lo de Palestina, soltando 1.000 millones a Ucrania, sí, pero va saliendo. Da la sensación de que el PP tiene a una panda de funcionarios de la política en Génova que ni se enteran ni se quieren enterar. La pinza de Vox con el PSOE, ¡qué papelón el de Abascal para permitir la resurrección de Sánchez!, trabaja a pleno rendimiento, pero hemos sabido que Sánchez, cuando montó el número de la carta, ya sabía que su mujer estaba investigada, ahora es citada a declarar como imputada y sumen lo de la amnistía. Lo de la nueva carta es otro disparate. Y el PP no despega. Al menos se están echando al centro mientras que Sánchez radicaliza su discurso y busca a la desesperada un voto que no era el suyo, el de la ultraizquierda. Máxime, con la inevitable derechización de Europa con un más que seguro triunfo de los conservadores y de los ultras, ahora escindidos en pro y anti-Putin. Pero o Feijóo reacciona, o prescinde de los florones y mete gente que comunique mejor, o Sánchez, que va a acabar mal, se lo llevará por delante. Políticamente, se entiende.
¿Resultado? Pues la realidad es cambiante. Hace un mes y medio la debacle del partido sanchista era segura. Este mismo lunes en Ferraz estaban eufóricos, pero los últimos acontecimientos apuntan a que el PP podría ampliar la distancia de nuevo. No olviden que la mujer del presidente ha sido imputada, citada a declarar, el caso refrendado por la Audiencia Provincial de Madrid, y la UCO anda haciendo registros por mandato de ¡la Fiscalía Europea! Esto ya no es una broma ni una 'boutade' de un juez ni algo publicado por un pseudomedio. ¿Se imaginan al marido de la primera ministra de Dinamarca imputado por tráfico de influencias y corrupción? ¿O la esposa del premier británico? ¿O el de Alemania? ¿Cuánto tardarían en dimitir? Al contrario, Sánchez ha optado por una estrategia trumpista, utilizar unos problemas legales más que serios para movilizar a su electorado. Esto ya lo hemos visto, lo hizo CIU, el PP, el propio PSOE. Cuando imputan a un político, primero se envuelven en la bandera, 'atacan a la democracia' o es una conspiración. Ha pasado muchas veces ya. La imagen de Espadas y su público coreando el nombre de una persona imputada refleja hasta dónde ha llegado el antaño llamado PSOE. Veremos qué pasa el domingo.
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