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Todos los cronistas políticos que estaban allí coinciden en que, cuando se produjo la aprobación de la tropelía de la amnistía, los diputados de la bancada socialista quedaron, por un momento, parados. Como diciendo: ¿esto se celebra o no se celebra? Porque acababan de votar ... una ley que se ha debatido fuera de sede parlamentaria, en la oscuridad, en Suiza, y no se sabe bien por quién, pero ellos, culiparlantes, la habían votado con la promesa de que era la ley más bonita, más hermosa, y que además aseguraba que su líder supremo, el secretario general del partido sanchista, obtenía los presupuestos y, por ende, la viabilidad de la legislatura. Pero estaban perplejos porque no, no habrá presupuestos porque el día antes de votar esta amnistía, Aragonés había convocado elecciones en Cataluña haciendo inviable la legislatura para Mr. Handsome. Luego, pensaban: ... ¿para qué hemos hecho este viaje, para qué hemos recibido tantos tortazos, para qué hemos perdido cualquier posibilidad de gobernar en nuestros territorios si hemos concedido la amnistía a cambio de nada? Y vieron que su líder supremo y el propio partido habían hecho eso, el pagafantas.
Lo veníamos diciendo. Desde que el 23-J, Sánchez se descolgó diciendo que ahora la amnistía sí era constitucional, fuimos muchos los que dijimos que era una tropelía, que era por 7 votos y que Sánchez se equivocaba con esos socios tan poco fiables. Todo esto se ha cumplido. Que Junts es poco fiable ya lo hemos visto, dicen que siguen a por la independencia, que no renuncian a la unilateralidad y que tienen pactado el referéndum desde noviembre. Luego, ¿dónde está la reconciliación? Ellos no se han movido un ápice, ha sido una claudicación en todas las líneas del partido sanchista. Pero es que el otro socio, ERC, se ha cansado de ver cómo Sánchez se arrodillaba frente a sus más odiados rivales y cómo Puigdemont iba a volver en olor de multitudes mientras que Junqueras, que no se fugó en un maletero, no puede ni presentarse. Conclusión: enésima traición de otro de los socios de Sánchez que pilla a Puigdemont fuera de juego, difícil será que coja el acta, y al partido sanchista embarrado en un tremendo caso de corrupción que va a perjudicar muchísimo a Illa.
Todo esto, ¿para qué? Y esto exactamente es lo que se pregunta el electorado de lo que antaño se llamó PSOE. Porque mientras que en Galicia Sánchez tenía poco que perder –lo tenía todo perdido– y mucho que ganar –podía haber caído hasta Feijóo– en Cataluña es lo contrario, tiene muchísimo que perder y poco que ganar. Aclaremos los escenarios. Si Illa pierde, la catástrofe es brutal, pero es que si gana tampoco va a ser buen negocio: la mayoría absoluta la tiene imposible y va camino de que le ocurra lo que a Feijóo, que gane sin tener mayoría. ¡Maldito karma! Y si gana y hace un tripartito con ERC y los comunes, Junts le revienta la legislatura. Luego, ¿qué pueden esperar de esas elecciones? Susto o muerte, poco más. Aun en el hipotético caso de que Illa pudiera gobernar en Cataluña con comodidad, Sánchez habría probado que la amnistía le ha beneficiado allí, pero, ¿y en el resto de España? ¿De verdad le trae cuenta a ese partido hundirse en España entera para ganar una sola comunidad autónoma? Vaya negocio, ¿no? Que se lo digan a un concejal de Tomelloso, a un parlamentario de Cantabria o a un alcalde de La Rioja. Socio, te vas a la calle por 20 años porque aquí no nos vota ya ni Dios pero... ¡Viva Cataluña!
Autoengaño. Y todo viene de la persistencia en el error, en el autoengaño de un tipo extremadamente narcisista y su equipo bunkerizado. Llevan a ZP a Galicia, se dan el morronazo y la conclusión que sacan es que es el candidato ideal para las europeas. Se dan la hostia en Galicia y dicen que la amnistía no importa porque ha subido el BNG. Esto es como si hay tres empresas de galletas en tu región, una de galletas de trigo español (el PP) que arrasa. Otra de galletas de avena gallega (BNG) que te dobla las ventas y tú, que también vende galletas de avena gallega, nacionalistas, tienes tu cifra de ventas más baja de la historia y defiendes que lo estás haciendo muy bien porque a la otra empresa de tu tendencia no le va tan mal. ¿Pero estamos tontos? En fin, que Mr. Handsome ha aprobado la amnistía y ha jodido a su partido para nada.
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