El porqué del numerito de Sánchez

Cortinas de humo. Cuando en el campo de batalla, un pelotón se ve en una posición expuesta, o te acosa un francotirador, nada mejor que lanzar una bomba de humo para que no te vean y no te acierten. La jugada melodramática de Pedro Sánchez iba en dos direcciones y la primera era esa, una maniobra de diversión, de despiste del enemigo. La hiperactuación del hombre más poderoso de España ante una simple apertura de diligencias, que en principio no es nada, demuestra que ese caso tendrá más recorrido de lo que pensábamos. Se puede oler su miedo. Y por eso, para que no se hable de Begoña Gómez, van a burrada diaria: que si los toros, que si Milei, que si los bulos.... Porque si somos tontos y hablamos de esas cosas, no hablamos del quid de la cuestión, del caso Gómez. Ya hay varias querellas más y el juez instructor ha ordenado a la UCO que investigue las actividades de la mujer de Sánchez.

La segunda dirección. La otra parte del melodrama de telenovela turca que montó Sánchez tenía un objetivo claro: las catalanas. En un país serio, no sé... Dinamarca, Alemania o Suecia, si un primer ministro monta un número así su parroquia dejaría de votarlo, por poco centrado, por inestable. Pero aquí no, tenemos una izquierda a la que le mola mucho el melodrama. Y pese a la inexistente movilización general de la sociedad, un sector de la parroquia de Sánchez le ha comprado el material averiado y ha subido en las encuestas de las catalanas, que es lo que buscaba. Y ese es el quid. Sánchez sabe que el resultado de las catalanas es su problema. A ver: Illa va a ganar pese a que el PSC lleva décadas timando a un electorado constitucionalista del que sacan muchos votos para, luego, apoyar siempre a los independentistas. Pero ahí está su problema. Puigdemont ya le ha dicho a Sánchez que «él tiene que ser restituido como 'president', sí, o sí». Y de eso depende su continuidad como presidente. Si Illa gana por mayoría absoluta y Sánchez lo sacrifica, el hostión en las europeas sería tremendo. Si a Illa le llega con Esquerra, que es lo más probable, y Sánchez deja que gobierne Puigdemont, 'idem' de lo mismo. Pero es que si gobierna Illa con Esquerra, Puigdemont hará caer a Sánchez, luego... ¿qué hacer? Pues ahí viene la 'operación melodrama': un golpe de efecto mediático que ha desquiciado a su propio partido, divide a la sociedad y resucita el espíritu que le permitió sobrevivir en el 23-J.

Una vez movilizada la izquierda, hace que Illa gobierne con Esquerra y convoca elecciones denunciando que lo ha intentado, porque él es muy dialogante, pero que con Puigdemont no se puede, se carga la amnistía, denuncia que la derecha, la ultraderecha, los jueces, la prensa, los indepes, los reptilianos y el fascismo mundial le persiguen, se envuelve en la bandera de España, y se la juega. ¿Recuerdan aquella frase de ZP de «nos interesa que haya tensión»? Pues exactamente a eso juega Sánchez. Y de ahí el porqué de su numerito, el resultado de las catalanas es imposible de gestionar y el desastre en las europeas lo finiquitaría, por eso intenta evitar ambas cosas con su último psicodrama. Cortina de humo y revulsivo para su parroquia.