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Esta icónica frase, magistral, de José Luis López Vázquez en la magnífica peli 'Atraco a las tres', no es sino parte ya de nuestro acervo cultural y en estos tiempos de 'otros Galindos' muy serviciales ha cobrado, de nuevo, cierta importancia. Pero si hay alguien ... al servicio de Pedro Sánchez, un individuo y su partido, que se está demostrando como el principal salvavidas de Mr. Handsome en los momentos más difíciles, el tipo que proporciona más y mejores balones de oxígeno a este desnortado presidente, ese no es otro que Santiago Abascal. Este humilde columnista ha perdido ya la cuenta de las veces en que el líder de Vox y sus acólitos han beneficiado a un Sánchez que está asediado por sus errores, por sus socios muy poco fiables y, cómo no, por el propio partido popular.
El 23-J. La primera ocasión fue en el propio 23-J: partíamos de un resultado catastrófico de Sánchez en las autonómicas que apuntaba ya a un claro cambio de ciclo y, en honor a la verdad, no podemos echarle exclusivamente la culpa a Vox de lo ocurrido, que hizo, hace y hará de Vox, sino a Feijóo y a ese sector del PP que lleva años desoyendo a aquellos que les decimos que, si quieren ganar por mayoría absoluta, si quieren conquistar el centro, que es donde están los votos, tenían que apartarse de los de Abascal. Ni caso. Y así les fue. El 23-J no fue un duelo Sánchez-Feijóo, no, sino que, por los pactos electorales del gallego con los ultras y sus boutades, se convirtió en un plebiscito, una especie de referéndum en que lo que se votó en España fue ultraderecha sí, o ultraderecha no.
Tendencia mundial. Tras la estrategia seguida en USA por el Tea Party y el advenimiento de Trump siguiendo la metodología Bannon, fueron muchos los países en los que la ultraderecha llegaba a los gobiernos y España no era una excepción. El 23-J la partida que se jugó en nuestro país era si los ciudadanos secundaban la entrada de los ultras en el Gobierno como ha ocurrido en otros países de Europa o no. El resultado fue categórico. La respuesta fue no. Un país que tuvo 40 años de dictadura de extrema derecha no olvida y todos los sectores que padecen el odio del populismo de ultraderecha, los gais, las mujeres, inmigrantes y los demócratas en general, votaron, para sorpresa de las empresas demoscópicas, a Sánchez. Y por eso nos vemos en estas. Hasta 750.000 mujeres, que eran votantes del PP, votaron a Sánchez antes la posible pérdida de derechos que se les avecinaba.
Una tras otra. Feijóo perdió unas elecciones que tenía ganadas por su flojera, por su ausencia, por no mandar en el partido y permitir que los 'Mazones' de turno se echaran en brazos de los del 'extremo centro'. Y estos hicieron lo que mejor saben hacer, perjudicar a su supuesto 'socio' al que sueñan con sustituir. Cuando el PP pacta con Vox y lo mete en sus gobiernos comete dos errores garrafales: uno, lo blanquea, lo muestra a sus propios seguidores como un partido 'votable'. Dos, se lo pone a huevo, porque los de Abascal dicen y hacen barrabasadas que provocan que las collejas vayan a Feijóo y se constituyen en el mayor factor movilizador de voto izquierdista de la historia. Y en el PP no terminan de aprender.
Ejemplos. Tenemos muchos, y recientes: cuando se concretó la tropelía de la amnistía mucha gente de derechas se echó a la calle a manifestarse legítimamente. Pero fíjense qué curioso, qué casualidad, qué conveniente, que aparecieron exaltados en las mismas que desacreditaron las movilizaciones, alejaron a la gente decente y, ya de paso, le hicieron el argumentario a Sánchez con que «todo el que se opone a la amnistía es un ultraderechista». Unos días antes de comenzar el trámite parlamentario de la misma, con Sánchez muy precisado, vuelve salir Abascal en su auxilio con aquellas manifestaciones de que el pueblo «querría colgar por los pies a Sánchez», lo que provocó un nuevo aluvión de coscorrones a Feijóo por parte del PSOE que salió en tromba. Curiosamente el gallego no había dicho ni mu. Y ahora, lo del muñeco, cuatro exaltados cuelgan y golpean un muñeco y de nuevo el PSOE lo aprovecha contra Feijóo. ¿Cuándo entenderán en el PP que ese es su problema? Por de pronto, me dicen que Ayuso calienta en la banda.
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