Jauja
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Sé que muchos de mis lectores están deprimidos por el rumbo que nuestra España está tomandoFrancisco Pizarro, el año del Señor de 1553, fundó en el Perú una ciudad a la que bautizó con nombre de un fértil valle andino, y lo hizo conociendo las propiedades del valle, su clima benigno, la fertilidad de su suelo y por poseer en sus entrañas grandes reservas de metales preciosos. Todas estas cualidades le dieron a la recién fundada Jauja fama de gran prosperidad.
Lope de Rueda, en su breve obra teatral 'La tierra de Jauja', describe esa maravilla como «la isla de oro donde los arboles dan buñuelos, los ríos leche; las fuentes mantecas y las montañas queso; y por si no fuera bastante las calles están empedradas con yemas de huevo». Desde entonces el nombre de Jauja se asocia a un paraíso de ensueño.
Sé que muchos de mis lectores están deprimidos por el rumbo que nuestra España está tomando. Piensan que una nave pilotada por don Sánchez, teniendo como primer oficial a don Iglesias, asistidos por independentistas, antisistema y filoetarras, como oficiales de derrota, nostramos, y demás cargos a bordo, donde todos, unos voluntariamente y otros a la fuerza, estamos embarcados, de seguir ese rumbo tan errático, tendríamos que lamentar siguiendo a nuestro Lope de Vega: «Pobre barquilla mía, entre peñascos rota, sin velas desvelada, y entre las olas sola: ¿Adónde vas perdida? ¿Adónde, di, te engolfas?».
Lo de engolfarse le viene a estos como anillo al dedo, pero lo malo es que cuando el naufragio esté a punto de ocurrir tengan por seguro que el capitán Sánchez y su oficialidad abandonarán el buque a la voz de: 'mari…nero el último', dejando perecer al pasaje, incluidos algunos socialistas de bien.
Pero no tema ninguno de mis queridos lectores, esa imagen que algunos pesimistas dibujan es fascista, impropia de la capacidad que caracteriza a estos navegantes y de sus méritos, ensalzados por medios de comunicación más pendientes de la subvención y los favores que del oficio del buen periodista. Navegamos desde Jauja a Jauja, todo es felicidad, alegría y esperanza: la mar bonancible; el déficit controlado; el gasto en aumento, pero, milagrosamente, a pesar de disminuir los ingresos, se mantendrá el equilibrio; las pensiones mejorando y sin riesgo de desaparecer; el empleo mantenido y en poco tiempo aumentado; las relaciones internacionales viento en popa, gracias a la visión del primer oficial, don Iglesias, y de su sabio consejo con el que hemos vuelto a recuperar la armonía con nuestros hermanos dictadores, travestidos en grandes demócratas: Maduro, Ortega, Morales y demás hábiles estrategas. Y el 'conflicto político' catalán a punto de terminar: por fin vamos a conseguir que los independentistas se sientan tan comprendidos como queridos y accedan a someterse a la ley que previamente vamos a cambiar para que les acomode y puedan sacar a los «presos políticos» de la cárcel y organizar un referéndum de autodeterminacion que naturalmente dará como resultado la independencia. Catalanes, gritar conmigo: 'Viva don Sánchez I El Pacificador'.
A qué viene tanto desánimo, no demos pábulo a las falsas noticias que medios de comunicación reaccionarios siembran sin vergüenza; sigamos a pies juntillas a 'El País', La Sexta y TVE y veremos cómo ese talante cejijunto, esa cabeza abatida, se transforman en una sonrisa de oreja a oreja cuando nos convenzamos de una vez por todas de que navegamos hacia Jauja. Esta es la patria que os merecéis, nos dicen los mandamases, de la que nosotros los elegidos, los ciento y un mil enchufados estamos disfrutando a manos llenas. Tened paciencia, no dudar que pronto también vosotros, pueblo llano y descreído, la vais a gozar.
Esta nación, engañada por el señuelo de la Transición, y que desde entonces ha estado dirigida por gobernantes incapaces, egoístas y corruptos, ha encontrado su líder, su capitán y su experimentado primer oficial. Nos ha tocado El Gordo, por ahora a ellos, nosotros los paganos debemos conformarnos con la pedrea.
Cortes Constituyentes II República. Un orador apasionado desde el podio, tras alertar sobre el triste futuro que le espera a España sino se aplican las reformas que los socialistas propugnan, pregunta: «¿Qué va a ser de nuestros hijos?». Desde la bancada conservadora responde otro diputado: «Al suyo lo han hecho subsecretario, los demás deben esperar». No perdamos, queridos lectores, la esperanza de arribar a esa prometida Jauja de queso y miel. Pero por si acaso, listos para saltar por la borda.
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