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Vecino, ¿qué tal? ¿Otro domingo en el sofá? ¿Vuelve mañana eso que llaman 'la normalidad', la vieja, la nueva, la de toda la vida o ... la neopostnormalidad? Igual no quieres ni ponerte a pensarlo, en este rato que te queda de puente. Espero sinceramente que te lo hayas pasado bien, que los Reyes se hayan portado este año y que no hayas respirado más de la cuenta. Sí, claro que vamos a hablar de la calidad del aire en la capital del Segura, pero ponte cómodo, que empieza el #Espejismo.
El domingo pasado este periódico difundió, a través de su cuenta de Facebook, una noticia propia: la entrada en vigor del Real Decreto que, desarrollando lo dispuesto en la Ley de Cambio Climático, exige a los ayuntamientos de más de 50.000 habitantes la implantación de Zonas de Bajas Emisiones (ZBE). Se me ocurrió entrar a leer los comentarios (tú también puedes, aunque no sé si te lo recomiendo). Los comentarios: horror y muerte. Que si ya está el Gobierno arrebatándonos libertades y friéndonos a impuestos. Que si las emisiones del avión presidencial. Que si nos fumigan desde el aire. Que si Europa es una dictadura. El día anterior, sábado 30, se había activado por primera vez la alerta por contaminación en el municipio capitalino, y el martes se elevó a nivel 3. Según la Sociedad Murciana de Patología del Aparato Respiratorio, la polución del aire es responsable de 30.000 muertes al año solo en España. Traducido a capitalistano: la mala calidad del aire nos cuesta a cada españolito 900 euros al año por bajas, hospitalizaciones y fallecimientos prematuros. Tal vez sería buena idea ponernos de acuerdo en un paquete de políticas 'medioambienFALCONFALCONFALCONFALCON.'
No sé si os han hablado ya alguna vez del cambio climático, pero permitidme que insista en que la catástrofe insiste: diciembre fue el mes más cálido en la Región desde que guardamos registros, con una temperatura media 3,3 ºC más alta que la del periodo de referencia. Sí, ya. Qué gustito esos 3,3 ºC de más en diciembre. Me lo cuentas en agosto y el jetazo te lo llevas.
Este año tenemos batalla electoral por todo lo alto en España: desde el ayuntamiento más pequeño (que es el de Illán de Vacas, en Toledo, con tres habitantes) hasta La Moncloa están en juego entre mayo y diciembre, y mucho me temo que ese juego desplaza en importancia al del clima. Cálculos electorales de toda índole rigen ya las decisiones de esos cargos electos que hemos votado para, precisamente, defendernos de estas amenazas. Si ya desde el Ministerio de Transición Ecológica avisaban de que los municipios iban a incumplir masivamente la obligación de desarrollar sus ZBE, no te digo nada conforme se acercan los comicios. Ni siquiera el propio Ayuntamiento de Murcia se ha atrevido a restringir el tráfico o declarar la gratuidad del transporte público esta semana de aire irrespirable pero muchas compras pendientes de Reyes. No esperemos gran cosa tampoco del consejero tuitero, el inefable Díez de Revenga –un neoliberal de Hacendado a cargo de los transportes públicos de la Región–, cuya gestión podemos equiparar a la que ejercería el caballo de Atila si le encomendas en el cuidado del césped del Enrique Roca.
Celebramos estos días (es un decir) el décimo aniversario del rescate bancario español, una operación que –dice el dicho– no nos iba a costar un solo euro a los contribuyentes, pero que ya se ha tragado 73.261 millones de ídem (1.547€ y pico por barba, fíjate). Recuerdo el gozoso acuerdo PP-PSOE a lo largo de toda la operación, que culminó Guindos pero echó a rodar en 2009 con la creación, por orden de Zapatero, del FROB. ¿No sería una fantasía verlos ponerse tan, pero tan de acuerdo a la hora de limpiar el aire, recortar emisiones y salvar el planeta?
No va a ser así, claro. El próximo Gobierno, tanto de esta Región como de esta ciudad, saldrá, según las últimas encuestas, de un acuerdo entre partidos de derecha y ultraderecha que hacen bandera del negacionismo medioambiental. Ambiente irrespirable desde lo político hasta lo meteorológico. Podemos esperar barra libre de bocachanclas: el consejero Luengo insistirá en frenar a los 'ecolojetas', la panda de Vox seguirá hablando de 'camelo climático', el Falcon y sus 'chemtrails' sobrevolarán la campaña y cualquier medida contra la emergencia ecológica nos convertirá automáticamente en una dictadura. Pero. También estos días, el Real Instituto Elcano ha publicado un estudio sobre percepción social del cambio climático y la evidencia es abrumadora: un 37% señala la emergencia climática como el problema más grave que encara la Humanidad, y hasta el 93% de votantes de derecha reconocen la seriedad de la amenaza. Tal vez, no sé, solo tal vez, lo irrespirable no es inevitable.
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