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En tertulias informales, digamos de café, salvo momentos puntuales, no suele ser objeto de comentarios tema tan escatológico como el hábito defecatorio. Y su resultado, las heces. Menciones efectuadas con cierto retintín provocativo, en ambiente jocoso, afable y amistoso. Las acotaciones y peculiaridades en este ... apartado de la fisiología, forzoso es, quedan restringidas al ámbito específico de la medicina. No es argumento de interés público. Asunto relacionado, ciertamente tangencial, es la curiosa costumbre de leer mientras se ameniza la espera en tan privado recinto. Es un hábito frecuente, sobre cualquier temática que se tercie, aprovechar el momento de permanecer apoltronados en el sitial y gozar del sosiego y la intimidad propias de tal reducto al que se acude a diario, a ser posible. Es una rutina incluso plasmada en relatos literarios específicos, del que destacaríamos las 'Lecturas de retrete', en esa línea desinhibida y provocativa, peculiar de las características del estilo de Henry Miller.
No se trata de enfrascarse en consideraciones rayanas en el mal gusto, pero es una realidad incuestionable, parte esencial de ese aspecto de la humanidad de nuestra dimensión corporal. Por tanto, cuestión a considerar en sus justas proporciones, siempre a resguardo del necesario pudor, la educación y buenas costumbres sociales. No caben remilgos, cuando sea procedente en ocultar aspectos de algo tan humano, en unas raíces biológicas gracias a las cuales emergen las funciones intelectuales superiores de la mente. No se trata por supuesto de pregonar con ánimo indecoroso, sosteniendo opiniones inconvenientes, en esa predisposición natural marcada por la educación de considerar solo lo bello como digno de consideración. Sin excluir lo indecoroso por asociarlo a lo feo y desagradable. Pero ahí está y en determinadas circunstancias hacernos cargo de la realidad material de muchos semejantes en situaciones vulnerables. Ya Miguel Ángel, paradigma del artista total de la belleza suprema, en una de sus más hermosas elegias afirma que, «en el hombre, aun el alma sensible, la vertiente espiritual se halla cubierta por la inculta y áspera apariencia de la carne».
Esta realidad orgánica centrada en la estructura del bolo fecal –compuesto formado por bacterias y restos de alimentos sin digerir– ha cobrado enorme interés inusitado en la medicina durante los últimos años. Este conjunto de bacterias se ha implicado en un papel básico para funciones esenciales del cuerpo humano. Desde las defensas de la inmunidad frente a las infecciones, hasta, aunque pueda parecer sorprendente, determinar estados de ánimo y emociones. Conjunto de microbios agrupados bajo la denominación de microbioma. Tan fonético nombre sobre las bacterias que pueblan nuestro cuerpo, con las que mantenemos una relación continuada, a lo largo de la vida. Como con todo huésped a veces con difícil equilibrio con el inquilino, con sus altibajos, sus más y sus menos. Lo normal es la convivencia armónica, beneficiosa para ambas partes, prestándoles un medio habitable y favoreciéndonos con sus acciones fisiológicas. No hay investigación que se precie, ni revista especializada que no recoja continuos avances sobre su influencia en los sistemas y órganos humanos. De modo singular las que pueblan el intestino. Su composición no es en uniforme ni inmutable, al sufrir sucesivos cambios a lo largo de la vida. Las que primero se adquieren, se heredan de la madre en el momento del parto. Después, con el crecimiento, varían en su número y composición por factores del estilo de vida, en particular la dieta. Del mismo modo que se afectan por el tratamiento antibiótico. A su papel relevante, conocido sobre a digestión de los alimentos se les han sumado nuevas acciones insospechadas, en aspectos como el equilibrio entre delgadez y obesidad de acuerdo con el tipo de bacterias presentes. Mientras algunas favorecerían la obesidad, otras contribuirían a adelgazar. Con una sorprendente actividad, además sobre el sistema neuroendocrino, de modo que ejercerían acciones determinantes nada menos que sobre el comportamiento regulando las oscilaciones del estado de ánimo, nada menos. Como importante es la teoría higiénica, al señalar que, la asepsia extrema, privados desde la infancia del contacto con bacterias presentes en el medio ambiente, resultaría contraproducente al evitar tolerancia y memoria inmunológica de las necesarias defensas. Aspecto asimismo sorprendente es la posibilidad real y efectiva del trasplante de heces de personas sanas, para tratar diversas enfermedades. Tal como suena. Sobre la técnica mejor correr un velo. Ahora un nuevo avance refleja su influencia en cuestión en apariencia tan distanciada como las relaciones sociales. En la composición de esta flora intestinal quienes comparten vínculos, con una convivencia estrecha, gozan de similar composición bacteriana. Incluso sus mascotas. Es de esperar que, en caso de disputa, dilucidar quién se queda con la mejor parte. Eso es todo.
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