Incendiar las calles
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Si juegas a imitar los gestos del populismo, lo único que conseguirás es avivar más un fuego que solo beneficiará al populismoSecciones
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MAPAS SIN MUNDO ·
Si juegas a imitar los gestos del populismo, lo único que conseguirás es avivar más un fuego que solo beneficiará al populismoEn el contexto actual, cualquier chispa que salte de la agitación populista tiene muchas posibilidades de prender y de generar un incendio. El ejemplo más ... reciente es la huelga convocada por la Plataforma Nacional en Defensa del Transporte, cuya cabeza visible, Manuel Hernández –al que unen vínculos fuertes con Vox–, demostró que su objetivo real no era tanto mejorar las condiciones laborales de los transportistas cuanto erosionar al Gobierno de la nación. Día tras día, los problemas de abastecimiento se iban relatando en tiempo real, contabilizando una a una las empresas que detenían su producción, mostrando imágenes de estanterías vacías... El caos. En paralelo, el precio de la luz se disparaba hasta alcanzar máximos históricos, el combustible tornaba en inviable desplazarse diariamente en automóvil. A esto se suma una inflación no vista desde la década de 1970 y unos salarios completamente descuadrados. No es de extrañar que Vox votara en contra de retirarle las llaves de la ciudad de Madrid a Putin: el ultraderechista ruso ha generado, con su invasión de Ucrania, la tormenta perfecta de la que solo el populismo puede sacar partido y convertirse en un monstruo incontrolable.
Repitámoslo: solo el populismo puede ganar en este contexto de caos. Cualquier tentación de imitar sus estrategias para sacar algo de rédito alimentará siempre al mismo partido: Vox. De ahí que no dejara de sorprenderme –y eso que mi capacidad de sorpresa ya está a prueba de casi todo– que López Miras se presentara en una de las concentraciones organizadas por la Plataforma Nacional en Defensa del Transporte para convertirse en altavoz de sus reivindicaciones y, ya de paso, reprocharle a la Delegación del Gobierno que no permitiera la entrada de la caravana de camiones en la ciudad de Murcia. López Miras afirmaba que no había ningún motivo para que los transportistas no pudieran ejercer su derecho a manifestarse: no interrumpen la vida de los vecinos –apostillaba–. ¿Cómo? ¿Acaso no leyó las múltiples quejas que, a través de Twitter, elevó el personal sanitario del Hospital Reina Sofía por la tortura acústica y emocional a la que estaban siendo sometidos los pacientes allí internos? Por no hablar del impacto que el sonido horrísono de los cláxones generaba en personas mayores, niños y mascotas. Supongo que muchos de los vecinos cuyos nervios estaban a punto de quebrarse son votantes del PP; y también supongo –o, más bien, afirmo– que no les haría ni puñetera gracia que su presidente alentara a los camioneros a sabotear sus vidas con tal de obtener unos minutos de protagonismo. Porque eso es lo único que obtuvo de su aparición en los alrededores de Nueva Condomina: un efímero protagonismo. Nada más. Si juegas a imitar los gestos del populismo, lo único que conseguirás es avivar más un fuego que solo beneficiará al populismo. Desde hace tiempo, López Miras hace política en beneficio de Vox. Y lo peor de todo es que se encuentra tan atrapado en la red de la ultraderecha, que no parece que esta circunstancia tenga solución.
Si se analiza la estrategia desarrollada por Vox durante los últimos años, es fácil identificar cuáles son los hitos que han jalonado su imparable crecimiento. Su primer paso fue definir un antagonista –que, en este caso, se trataba nada más y nada menos que de nuestro régimen de libertades–. El siguiente objetivo pasaba por conseguir una influencia institucional efectiva mediante sus alianzas con el PP. Mientras esto tenía lugar, el partido de ultraderecha se esmeró en crear una estructura parasindical que tuviera presencia en las calles y fuerza capaz de movilizar a los insatisfechos con el sistema. La consecución de esta red parasindical resultaba fundamental para sus intereses, ya que cualquier forma de populismo sabe que una transformación real del marco de convivencia se consigue más rápidamente desde la calle que desde las instituciones. La paralización del país por parte de la Plataforma Nacional en Defensa del Transporte –cuya representatividad es marginal dentro del sector– ha constituido un ensayo a escala real de lo que puede venir en los próximos meses como los partidos que apuestan inequívocamente por la defensa del régimen no constitucional no conformen un frente cohesionado e insobornable. El PP no ha comprendido, hasta el momento, que la primera víctima de la ultraderecha siempre es la derecha moderada o centro-derecha.
Alentar el incendio de las calles es el mayor error que se puede cometer en estos momentos. De hecho, la primera evidencia de las consecuencias que la erosión callejera de las instituciones puede traer tuvo lugar en la Región de Murcia –en el intento de asalto al Pleno del Ayuntamiento de Lorca–. La labor de desinformación llevada a cabo por Vox entre los ganaderos no solo no fue moderada por el PP, sino que, de manera insensata, se sumó a ella y la alentó. Los resultados fueron los que fueron, y la Región de Murcia fue, una vez más, noticia nacional por la radicalización social que está sufriendo. Aquellos que, en la actualidad, se sienten confortables con el incendio de las calles porque, en su cortoplacismo, solo ven el castigo a Pedro Sánchez, no comprenden que, entre los posibles y nefastos resultados que puede tener la intensificación de este proceso, se halla su propia desaparición. Quien se preste a alimentar el monstruo que luego no se queje ni busque culpables en otros lugares. Jugar a líder populista implica cavar tu propia tumba política.
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