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Ya nada es lo que era

Los tiempos cambian y también el significado que adquieren las palabras

Miércoles, 19 de febrero 2025, 00:22

Un índice especialmente gráfico del cambio de los tiempos es el que nos brindan los diferentes significados que adquieren las palabras. En los años 60, ... cuando alguien decía que tenía al hijo colocado, se refería a que este había conseguido un puesto laboral en una caja de ahorros o en una pujante empresa. Hoy día tener al hijo colocado quiere decir que le ha dado por el hachís o la heroína y no hay manera de hacer carrera con él. Otra importante mutación semántica es la que ha sufrido la palabra amante a lo largo de los años. Cuando uno era crío, las amigas autóctonas de mi abuela, que eran como salidas de una viñeta de Juan Carlos Eguillor, solían dirigirse a mí con esa expresión: «¿Qué quieres, amante?». En una sociedad tan pacata como aquella, ese uso del término no tenía lógicamente las connotaciones sexuales que le daba la literatura erótica o más tarde la propia prensa del cotilleo aperturista y que también hoy se han pasado de moda. Hoy día tener una amante no es ser infiel sino antiguo. El tiempo ha desprovisto a ese vocablo de toda connotación picante y casi lo ha devuelto a la inocencia prístina con la que lo usaban las viejas de mi niñez. Hoy resulta anacrónico hasta 'El amante bilingüe' de la novela de Marsé. Hoy un amante es simplemente un ser que ama al margen de la situación civil que tenga (de casada o soltera) la persona a la que se ama.

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