La humillación de los Smith
REBELDÍA MURCIANA ·
El tema de la semana para la progresía mundial no puede ser otro que el bofetón en la gala de los OscarSecciones
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REBELDÍA MURCIANA ·
El tema de la semana para la progresía mundial no puede ser otro que el bofetón en la gala de los OscarLo malo de escribir una columna semanal es que si el acontecimiento más importante del mes ocurre justo el día que publicas, y por ley ... de Murphy es siempre así, para cuando tienes oportunidad de hablar de ello, absolutamente todo el mundo ha opinado desde cada óptica humana sobre el tema.
Eso es lo que ocurría antes de que el mundo 'woke', también conocido como la religión de lo progre y su Santa Inquisición tuitera y mediática, incidiera tanto en nuestras vidas que incluso para tener una cuenta bancaria en Holanda uno necesita compartir el credo ideológico del banco, y para donar una cantidad ingente de dinero a los pobres niños ucranianos a través de Save The Children necesita manifestarse abiertamente en contra de la eliminación inmediata de la energía fósil (ambos ejemplos casos reales de los últimos meses). Si hasta para aparentar ser libre hace falta ser de izquierdas, imagínense para opinar.
El tema de la semana para la progresía mundial, por introducirlo ya en esta columna, no puede ser otro que el del bofetón de Will Smith en la gala de los Oscar. Afortunadamente para todos, ambos contrincantes en la lucha compartían color de piel y sexo, porque imaginen el lío como uno de ellos fuera blanco o, peor aún, mujer. Pero en fin, que la combinación ha sido de las menos malas posibles: dos hombres negros luchando uno por la dignidad de su esposa ofendida y el otro por la libertad de expresión del pésimo gusto. Oprimidos por su raza y opresores por su género, pero al mismo nivel. Todo en orden.
Pero volviendo al golpe, en comunicación política capítulo 1 lo primero que uno debe aprender para desenvolverse con éxito es que ante un hecho objetivo lo único que importa es el relato que impere. O, dicho en cristiano, la versión. En este caso, todas las noticias que ustedes han leído desde el pasado viernes exponen el hecho objetivo de la siguiente forma: «El guantazo de Will Smith que ensombreció los Oscar», «Will Smith pega al presentador y enturbia la gala», «El tortazo más avergonzante de la Historia de la Academia». En fin, todas las combinaciones que se les ocurran, pero siempre girando en torno a una misma idea: el epicentro del tema es, indiscutiblemente para todos, el golpe del uno hacia el otro.
Cuestión completamente distinta sería si los titulares, describiendo con absoluta exactitud el mismo hecho, hubieran recalcado lo siguiente: «El desafortunado chiste que humilló a todas las mujeres de América», «El machismo del presentador ensombrece la gala», «Will Smith defiende a su mujer ante una bochornosa actuación de Chris Rock». En ese caso la víctima del sistema sería la Jaden Smith, el agresor el presentador, y el héroe defensor El Príncipe de Bel Air.
Pero en esta fascinante y bochornosa escena más propia de un guion de Hollywood que de seres humanos adultos, hemos podido comprobar cómo funciona el orden de prelación de indignación de la izquierda mediática. Entre que humillen en público a una señora por las consecuencias de una enfermedad incurable ante los ojos del mundo, o que las feminazis puedan culpar a un hombre por machista por salir a defenderla; la corriente que dice representarnos a las mujeres ha decidido que es mejor que la humillada cargue con la doble culpa de la vergüenza porque todos sus compañeros de profesión se ríen de ella por ser calva y además, de regalo, por ser tan teóricamente pusilánime como para dejar que sea su marido el que vaya a partirle la cara al absoluto nadie que ha decidido que qué mejor forma de dejarla en ridículo que soltar un chistecito en la gala más seguida del mundo entero.
Es decir, que al final el golpe de Will Smith, o la humillación de Jaden Smith, nos han servido como nueva lección del libro que leemos siempre: que las mujeres no somos más que atrezzo en la obra de teatro de la izquierda en la que se empeñan en convertir en víctimas a todos menos a los que de verdad sufren. Y que entre defender a un machirulo que se ríe de una señora enferma, o culpar a un varón por ejercer como hubiera hecho cualquier marido ante cualquier situación equivalente, que se preparen los hombres que vamos contra ellos.
En fin, qué drama. No aciertan ni queriendo.
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