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Quizás algún lector se haya preguntado alguna vez por el significado u origen de la palabra 'rollo', nombre de un espacio geográfico urbano en la capital, cruce de caminos que tradicionalmente condujeron desde Murcia a Cartagena y Andalucía. La palabra 'rollo', junto a sus hermanas ' ... horca' y 'picota', ahora poco más que topónimos en raros lugares de la Región, fueron habituales en nuestras tierras y en el resto de España durante la Alta Edad Media y hasta bien avanzado el Renacimiento, en que cayeron en desuso como elementos de castigo.
Cuando los reyes concedían el título de villa a determinados centros urbanos, incluso los muy pequeños y de población reducida, como premio a cambio de determinados servicios o prestaciones, sin duda preferentemente militares, estos títulos llevaban consigo determinadas posibilidades de administración autónoma, entendiéndose siempre por tradición que el punto central de la autonomía de la villa fue el derecho de hacer su propia justicia. Apenas sabemos nada de aquellas villas antiguas, ni de su modo de administrar justicia. Sin embargo, sabemos por la toponimia que existieron la 'horca', el 'rollo' y la 'picota' como elementos de administración de la misma. Quizás la 'horca' fue el más contundente de ellos, pues acababa con la vida del malhechor. Se colocaba en lugar cercano a la población pero no integrado en ella, visible desde cualquier lugar, pues el castigo allí impartido era de carácter ejemplarizante para los habitantes del lugar. Ejemplo del carácter ejemplarizante de la misma es el Cabezo de la Doctrina, en Ricote, por haberse convertido, con el tiempo, el lugar de una antigua 'horca' en referente para las buenas costumbres, predicadas por clérigos con posterioridad en el tiempo. En Moratalla existe el Altico de la horca, que por deformación lingüística se denomina el Caminico de Lorca; como sucede en Pliego, no siendo en ningún caso caminos que conducen a la Ciudad del Sol. Por la toponimia documental se conoce en Alguazas y Caravaca el Camino de la horca como referente de límites en escrituras públicas de compraventa de terrenos. En Cieza, el topónimo actual La Horta se refiere a la antigua 'horca', según Antonino González Blanco.
El 'rollo' es el espacio, generalmente en lugares de paso o cruces de caminos, a la entrada y salida de los pueblos, donde se ubicaba la 'picota' o columna de castigo, dotada generalmente de argollas metálicas, bien para exponer a la vergüenza pública a malhechores locales, o bien para el descanso o parada técnica en la conducción de presos o reos, de un ligar a otro, cuando el desplazamiento, evidentemente se hacía a pie. De la palabra 'rollo' queda ejemplo elocuente en la capital y barrio del Carmen, en el cruce de caminos que conducen a Andalucía y Cartagena, como se ha dicho.
Los 'rollos' los conocemos por la toponimia, como es el caso de Caravaca, donde el término 'los bancales del rollo' es mencionado en los protocolos notariales hasta el S. XIX, en la compraventa de terrenos agrícolas. En Jumilla hubo dos 'rollos'. Uno, 'el viejo' en la actual calle de Sagasta, y otro en la parte final de la C. Cánovas del Castillo, que sustituyó al primitivo por razones que desconocemos. (La cofradía pasional de El Rollo en la localidad del Altiplano, quizás tenga algo que ver en sus orígenes con la asistencia material y espiritual a quienes recibían castigo en ese lugar). La exposición pública de los malhechores en las picotas de los rollos es asunto que procede del Derecho Romano, siendo contemplado en las ordenanzas municipales como se demuestra documentalmente en Totana y Mula, donde en pleno S. XVI (1557 y 1524 respectivamente), ambos concejos mandan poner en la plaza (¿) «una viga o rollizo, con argolla de hierro, en el primer caso, y una cadena, en el segundo, donde se pongan los hombres y mujeres que fueren tomados hurtando fruta en heredades ajenas, donde estarán tres horas...». La única 'picota' existente en la Región actualmente, aunque muy intervenida y quizás transformada, se encuentra dentro del casco urbano de Aledo.
En la 'picota' recibían castigo físico con azotes, los maleantes que no se hacían merecedores de la 'horca'. Castigo en la 'picota' o 'la columna' fue el que recibió Jesucristo durante su pasión, en escena tantas veces representada por la iconografía cristiana, siendo la más veraz interpretación la que el escultor murciano contemporáneo José Hernández Franco hizo para la Semana Santa de Las Torres de Cotillas, donde Cristo es flagelado atado a una columna más alta que él mismo, y no a un balaustre como lo hizo Salzillo y otros artistas antes y después que él.
Finalmente diré que la expresión coloquial aun en uso 'poner a alguien en la picota' tiene que ver con la vergonzante exposición pública a la que se hacían merecedores personas consideradas al margen de la ley en tiempos pasados.
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