Héroes y heroínas de carne y hueso
PRIMUM NON NOCERE ·
Emociona ver al diligente personal sanitario y a las fuerzas del orden corriendo riesgos de forma voluntaria y con humanidadSecciones
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PRIMUM NON NOCERE ·
Emociona ver al diligente personal sanitario y a las fuerzas del orden corriendo riesgos de forma voluntaria y con humanidadEn 1348, con la peste bubónica o peste negra, Venecia impuso medidas de higiene y de 30 días de aislamiento para todas las personas que llegaban de Oriente. Era una barrera temporal al tráfico de personas y de mercancías, que pasó a ser de 40 días (cuarentena), para aislar a los infectados y evitar la propagación. En 1377, por primera vez en la historia, en Ragusa (Dubrovnik) se determinó el confinamiento total de toda una ciudad. Los hospitales eran diferentes: grandes salas con muchas camas sin separación física. Sí, los hospitales han evolucionado. Hay referencias a hospitales desde hace 4.000 años en Mesopotamia: los médicos asirios acudían a las casas o atendían en el mercado, pero también tenían lugares de aislamiento para pacientes con lepra, ya que era una enfermedad endémica temible y altamente contagiosa. También en China y en la India aislaban a pacientes. Asimismo, desde hace 2.600 años, los griegos curaban en los Asclepieia, centros terapéuticos de los templos dedicados al dios Asclepio, en los que los pacientes seguían la 'incubatio' en el ábaton. Y el año 293 (d.C.), en la isla tiberina de Roma, se levantó un templo dedicado a Esculapio (Asclepio en latín) donde curaban a enfermos de la epidemia de peste. No obstante, fue en la Edad Media cuando surgieron los 'hospitia' para enfermos, huérfanos, pobres o peregrinos, ya que según la regla de San Benito la hospitalidad era deber de caridad cristiana. El hospital era «un instrumento social para aliviar el sufrimiento, erradicar la mendicidad y mantener el orden público». Al principio solo existían en los monasterios, pero durante las cruzadas y peregrinaciones se abrieron pequeños hospitales en diferentes rutas con el apoyo de las órdenes hospitalarias (que alcanzaban la Gloria aliviando el sufrimiento ajeno). También aparecieron las 'casas de orates' para enfermos mentales, que así los retiraban de las calles. El concepto de hospital estaba ligado a las ideas de pobreza y muerte. En el siglo XII, con las epidemias de lepra, se crearon los lazaretos (por Lázaro, el leproso del Evangelio según San Lucas). Por prevención, se fueron construyendo decenas de lazaretos en toda Europa, y siglos más tarde en América, ante la llegada de inmigrantes. En los lazaretos existía vigilancia máxima y las estrictas normativas cuarentenarias evitaban la transmisión. La única forma de salir del lazareto era como individuo sano (purificado). La arquitectura de los lazaretos aislaba enfermos y protegía a los guardianes, pero el riesgo lo corrían los sanitarios.
¿Qué es un hospital hoy? Además de ser un ámbito de enseñanza, de investigación o incluso de rehabilitación, el hospital es básicamente el espacio especializado adonde se acude para recuperar la salud. Allí encontramos a profesionales sanitarios preparados científicamente que no dejan de estudiar, de aprender y de actualizarse cada día. Mujeres y hombres que aplican sus conocimientos, utilizan infraestructuras de última generación y son conscientes de que deben realizar su trabajo en cualquier circunstancia, independientemente de los medios con los que cuenten. Y, sobre todo: saben que en sus manos están vidas humanas, comprenden que no tratan enfermedades, sino que tratan personas que padecen enfermedades. Es la medicina centrada en la persona (no solo en el paciente).
Los hospitales se han desbordado con la pandemia Covid-19 y en varios países proliferan 'hospitales temporales', similares a los hospitales de campaña para asistencia de soldados iniciados en la reconquista de Granada. No solo emociona ver las hileras de camas para personas infectadas, sin mamparas ni intimidad, emociona ver al diligente personal sanitario y a las fuerzas del orden corriendo riesgos de forma voluntaria y con humanidad. Porque saben que se les necesita y ayudan donde sea preciso: en hospitales, en centros de salud, en farmacias o en pabellones. El aplauso de las 8 de la tarde es simbólico, pero estos profesionales merecen más: como mínimo merecen tener los medios adecuados para trabajar con seguridad. No los podemos perder.
Las epidemias que diezmaron la población ayudaron a crear una nueva medicina dignificando a los sanitarios, profesionalizando sus competencias y desarrollando una mentalidad científica y preventiva. ¿Qué cambios deparará esta pandemia? Con optimismo esperamos lo mejor. Hace 2.400 años Hipócrates de Cos insistía en que «solo existen dos cosas: ciencia y opinión. La primera engendra el conocimiento; la segunda, la ignorancia». Aquí y ahora, no hay que perder el tiempo, hay que pensar, deducir y seguir actuando. Es tiempo de agradecimiento a los héroes y heroínas que, para cuidar de personas enfermas, se enfrentan al peligro día a día. Ahora, no es tiempo de opiniones, es tiempo de aplicar la ciencia y el conocimiento.
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