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Este año el gasto navideño por persona en España alcanzará de media los 683 euros, que se dice pronto. Lo informa la OCU en un ... estudio reciente. De este pastizal un poco más de la mitad, o sea 360 euros, se nos irán en regalos de Navidad y Reyes. Supongo que en la estadística estará incluido el amigo invisible, aunque la fuente no lo concreta.
El caso es que las fechas navideñas son propicias al consumo desaforado. Y lo entiendo, o al menos lo considero lógico. Nada tan hermoso, tan natural, tan darwiniano incluso, como tener el corazón grande y henchido por la celebración navideña. Lo medían los villancicos, los dulces, la zambomba, el frío que hace afuera, el calor del hogar, el musgo en el belén, la cabalgata.
Todo esto, claro está, lo sabe el mercado (el mercado lo sabe todo) y justifica que nuestras calles luzcan estas jornadas como si la noche fuera el día, textualmente. Hay que animar la pulsión de compra, potenciar nuestra propia condición humana, lanzar al aire luces sin cuento. Atención, que Vigo enciende esta navidad once millones y medio de bombillas, por muy leds que sean.
Ya digo que imagino que todo este consumo es normal, lógico, inevitable y hasta natural. No vayamos a ponernos ecotiquismiquis también en estas fechas señaladas, que total duran solo un mes al año.
Sin embargo, ya que nos vamos a volver locos gastando y comprando regalos igual no es mala idea seguir un par de consejos. Por ejemplo, compre usted regalos que sirvan para algo un par de semanas después de ser regalados, o mire a ver si el regalo digital del niño de este año puede llevar unas cuantas metralletas y bombas de racimo menos. Igual nos podríamos preocupar también de que una parte de los regalos no sean de plástico, o de que su envase y su embalaje no pesen cuatro veces más que el producto.
También podría ser interesante recordar que bastante ya se forran las grandes superficies y Amazon durante todo el año y buscar el regalo navideño por las tiendas de nuestro barrio (sí, sí: justo esa misma de la esquina que está a punto de cerrar). Otra idea algo más loca sería reservar al menos una parte del gasto para comprar regalos en establecimientos de comercio justo, o en productos que las ONG tienen en sus tiendas físicas o digitales. O regalar suscripciones anuales a esas mismas ONG, sin ir más lejos.
En fin, que en cualquier caso, con más o menos cordura y compulsividad en la compra, les deseo que tengan también este año una muy feliz Navidad.
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