¿Hasta Harry Potter?
REBELDÍA MURCIANA ·
J. K. Rowling tuvo la osadía de decir que las mujeres nacen siendo mujeres y los transexuales son transexuales, pero no féminasSecciones
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REBELDÍA MURCIANA ·
J. K. Rowling tuvo la osadía de decir que las mujeres nacen siendo mujeres y los transexuales son transexuales, pero no féminasNo sé si 'Harry Potter' fue el primer libro que leí por placer, pero desde luego sí fue la primera saga como tal que recuerdo. ... Toda la generación de los 80-90 nos adentramos en el mundo de la lectura fascinados por cómo una escocesa de clase media y perfectamente anónima había podido crear un metaverso del de verdad, no como eso que Mark Zuckerberg ha hecho con Facebook que parece más una distopía de asociales que un juego de rol.
Harry Potter tenía todos los ingredientes para ser un libro políticamente correcto sin que su corrección política supusiera el ingrediente esencial de las novelas. A saber, había mujeres en un rol predominante, compañeros de colegio negros, enamoradas asiáticas, irlandeses y pelirrojos de clase media-baja triunfando sin parar. Todo el libro es una alegoría de gente buena luchando contra nazis que defienden la raza aria de manera explícita con un malo peor que Hitler, porque ni siquiera se puede decir su nombre sin que te entre un pánico solo equiparable a escuchar a Yolanda Díaz diciendo la palabra «chulísimas».
Pero más allá del fenómeno fan de los libros, las películas son el punto clave que convirtieron a la saga en una era. Los actores ya pueden hacer otros quince millones de películas en diferentes roles, que siempre serán Harry, Ron y Hermione. De hecho, a excepción de ella, que sí ha tenido un recorrido importante en la industria; los otros dos viven básicamente de los derechos de autor que les genera su participación en las ocho cintas. Vamos, que serán toda su vida millonarios gracias a que J.K. Rowling un día se despertó y pensó que había un mundo paralelo que merecía la pena explorar.
Las personas normales y corrientes a las que les han enseñado un atisbo mínimo de educación entienden que si alguien ha contribuido de manera decidida y positiva a la vida de uno mismo y, por extensión, a la de los demás; lo mínimo es ser medianamente agradecido. Es decir, que si la escritora y creadora de Harry Potter ha sido la culpable de que millones de niños, adolescentes y otros no tan niños ni tan adolescentes se apasionasen por la lectura y el cine cuando nada hasta la fecha lo había conseguido, lo mínimo sería agradecerle eternamente su labor, aunque lo normal fuera darle un premio Nobel o algo equivalente en prestigio y notoriedad.
Como usted pensará que le estoy diciendo una obviedad, le adentraré un poquito más en el conflicto. J. K. Rowling, creadora del mundo mágico que embrujó a una generación, es feminista. Pero feminista de las que ya no son políticamente correctas a día de hoy, que por otro lado es muy difícil seguirle el ritmo a esto de saber qué está bien y qué está mal sin consultar en internet a qué grupo marginal debemos rendirle pleitesía en cada momento. Total, que la señora que ha convertido en millonarios a los actores de Harry Potter tuvo la osadía de decir que las mujeres nacen siendo mujeres y los transexuales son transexuales, pero no féminas.
Una opinión tan controvertida, real o respetable como cualquier otra, pero no dentro del mundo de la idiotez suprema en la que si no consigues el fervor de Twitter estás muerto socialmente. En este nuevo universo de intolerantes y nazis de la discrepancia, J. K. Rowling ha pasado de ser heroína a ser villana. Ha pasado de ser la causante de la felicidad de millones de personas a ser merecedora de la cancelación social más absoluta y a que el actor protagonista de la saga se niegue a compartir espacio físico con ella por intolerante. Un tipo que con limitado talento tiene la vida resuelta gracias a ella ahora la repudia porque opina distinto en algo.
Este mundo ya no va de defensa de las minorías, ni de respeto, ni de derechos. Esto es una dictadura de la libertad de expresión en el que la discrepancia es peor pecado que la herejía, y en el que como siempre son peores los tontos útiles que consienten que los propios inquisidores.
Si hasta Harry Potter se ha vuelto tonto con su creadora, ¿qué nos queda en este desgraciado mundo por adulterar? Que por nadie pase lo que nos espera.
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