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La vida nos enseña a no creer en cuentos de hadas y lo que es peor, a no creer en la política como instrumento para mejorar la realidad. Esta ruptura de confianza, en cuya hoguera arden los escombros de esta semana trágica de Murcia, solo ... conduce a la desafección y, por ende, al triunfo de los cínicos y quienes no creen en nada. Los grandes ideales no valen, no existen, son corruptos, falsos; solo vale el egoísmo y los intereses personales. Trumpismo en estado puro.
Bien, pues yo me niego a perder la esperanza, pese al espectáculo, circo o tragedia shakesperiana de esta semana. La Región de Murcia necesitaba y necesita cambio, como en la canción de Mercedes Sosa o, por utilizar una referencia más actual, el tema 'Cambia!' del músico madrileño C. Tangana. El cambio siempre es complicado de digerir, pero es la clave del crecimiento, de la madurez.
Lo que ha pasado en nuestra modesta región murciana, con sus problemas estructurales, a los que se suma la actual crisis global de la Covid, es que los intereses personales y las guerras fratricidas, han conducido a frustrar lo que parecía una clara oportunidad de cambio.
No seré yo quien justifique lo que evidentemente es transfuguismo, pero es evidente que el acucharamiento y la persecución a la que la Ana Martínez Vidal sometió a la actual vicepresidenta -Isabel Franco- no han ayudado en absoluto. Una vez más, la condición humana, el enfrentamiento personal por encima de la ideología y de los planes de Gobierno.
Personalmente, querido lector o lectora, mi conclusión es que no podemos seguir así, tenemos que cambiar la forma en la que se hace política en nuestra región, en particular, y en nuestro país, en general.
Dice Enric Juliana, citando a fuentes diplomáticas, que «España produce más política de la que puede digerir». Pues bien, discrepo, creo que no producimos POLÍTICA (en mayúsculas), producimos, muy en línea con nuestra historia de guerras civiles, enfrentamientos banales, personales y egoístas.
Por el bien de todos, no me queda sino desear lo mejor a los 'vencedores' de la semana hamletiana, vienen dos años difíciles y no por el politiqueo sino por el reto de la salida de la pandemia, de la crisis y de la reconstrucción. Ánimo a los perdedores, particularmente a los que se embarcaron en esta apuesta, no persiguiendo objetivos personales, sino el cambio, como Pepe Vélez, y sabiduría colectiva a todos y todas.
Aprendamos de esta, seamos más exigentes con nuestra clase política, que ningún político se permita hacernos rehenes -al más puro estilo del procès- de la defensa de sus intereses personales, hablando de traición al millón y medio de murcianos. ¿Acaso no eran murcianos quienes presentaron la moción de censura? ¿No eran murcianos los electores que dieron la victoria al PSRM-PSOE en las pasadas elecciones autonómicas?
Ánimo y adelante, la vida sigue, y lo importante es cambiar y mejorar para no dejar de crecer.
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