El hacha de guerra y la pipa de la paz
VERITAS VINCIT ·
Que sepan esos totalitarios liberticidas que, por más miedo con el que intenten silenciarnos, ni nos van a callar ni nos van a vencerSecciones
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VERITAS VINCIT ·
Que sepan esos totalitarios liberticidas que, por más miedo con el que intenten silenciarnos, ni nos van a callar ni nos van a vencerSentado en mi confortable sillón, mientras doy buena cuenta de un sabroso pastelico de carne, disfruto de lo lindo con una clásica película del Oeste. ... Qué bella estampa la de esos ancianos indios sentados en el suelo luciendo sus vistosos plumajes, pasándose unos a otros el 'calumet', la pipa de la paz. Y cuánta desazón cuando, cansados de la traición yanqui, el jefe ordena desenterrar el 'tomahawk', el hacha de guerra, y atacar al hombre blanco, lengua de serpiente.
Hace años, millones de españoles fuimos invitados por el Rey Juan Carlos y algunos líderes políticos a fumar la pipa de la paz. La calada nos supo a gloria y durante mucho tiempo convivimos olvidando odios y rencores, procurando vivir en paz y progresando. Se alternaron gobiernos de uno y otro signo y nada turbó la paz comprometida, incluso sorteamos unidos un absurdo golpe de Estado que pudo dar al traste con nuestra democracia. Pero por la maldad de unos y la torpeza de otros llegó al poder el peor presidente del Gobierno, el socialista Zapatero, amigo y admirador de comunistas dictadores tiranos, y con él empezamos los españoles a vivir peor, a dividirnos y a rebelarnos contra el desenterrador del hacha de guerra. Menos mal que el pacífico pueblo supo reaccionar a tiempo, con las únicas armas de sus votos descabalgó al inútil sectario y otorgó a las derechas el poder. Pero el abúlico Rajoy cambió pipa por puro y ni supo ni quiso, con su cómoda mayoría absoluta, limpiar el campo de minas, de mala cizaña, y restablecer de nuevo los fundamentos que nos permitieran seguir viviendo en concordia y paz.
La 'zapateril' Ley de Memoria Histórica debió ser inmediatamente derogada y sometida al fuego purificador, pero no se hizo, así como tampoco se segó la cizaña del independentismo, ni se puso freno al derroche de dinero público de nuestras autonomías. Siendo buena la descentralización y el acercamiento del poder a los administrados, no lo es la duplicidad de instituciones, competencias y cargos públicos, como tampoco lo es el haber convertido un instrumento válido en un polvorín donde los pequeños reyezuelos campan por sus respetos en esas artificiales taifas, gastando a manos llenas lo que no tienen, adulterando el concepto de nación, dividiendo España y amenazando nuestro futuro.
La presunta corrupción del PP propició el triunfo de una moción de censura y la entronización de don Sánchez aupado por comunistas con los que no quería dormir, independentistas a los que nunca aceptaría, y filoetarras a los que despreciaba. Todos ellos son ahora sus socios y amigos íntimos con los que comparte achuchones y, lo que es peor, a los que engrasa con nuestros dineros para seguir en el machito.
El hacha de guerra ya se exhibe sin recato en manos de estos siniestros personajes. 'Sanchistas' y comunistas han dado una vuelta de tuerca a la Memoria Histórica con la Ley de Memoria Democrática: los perdedores de aquella guerra incivil, quieren, utilizando torticeramente la mayoría que le otorgan sus fementidos socios, hacernos pasar por el aro de la mayor mentira histórica que nos han querido imponer. Porque digo y sostengo que la República no se la cargó Franco: fueron socialistas, comunistas y anarquistas, supeditados por entero al genocida Stalin, con sus asesinatos, sus quemas de Iglesias, sus desmanes y su odio a todo lo que significaban las derechas, los que dieron al traste con la ilusión del pueblo español. Y en esto coinciden conmigo reputados republicanos, personas de bien que colaboraron con entusiasmo al cambio de régimen y el fin de la monarquía casi absolutista, como Azaña, Juan Simeón Vidarte, José Ortega y Gasset, Gregorio Marañón, Claudio Sánchez Albornoz y Joaquín Arrarás, entre otros, cuyos libros consulto de vez en cuando y que les aconsejo lean antes de que la infame Ley de Memoria Democrática acabe con ellos en la hoguera. Otra cosa diferente fue lo sucedido tras la guerra: sobraron represalias y faltó generosidad y visión de futuro para devolver la soberanía al pueblo.
Los españoles, por abrumadora mayoría, decidimos olvidar lo pasado y fumar como amigos la pipa de la paz, ¡Al carajo los malditos que han desenterrado el hacha de la guerra! Que sepan esos totalitarios liberticidas que, por más miedo con el que intenten silenciarnos utilizando torticeramente la pandemia, y más mordazas quieran colocarnos con leyes mentirosas, ni nos van a callar ni nos van a vencer. 'Veritas vincit', la mentira únicamente conduce al deshonor y a la derrota.
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