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Y mientras tanto, ¿qué hacemos?

La aportación de agua 'limpia' del Mediterráneo mejoraría los parámetros físicos, químicos, biológicos y medioambientales del Mar Menor

Domingo, 14 de junio 2020, 02:15

No sé si este es el título más pertinente para este artículo o si bien sería mejor titularlo 'Y después de, ¿qué hacemos?'. Me estoy refiriendo al Mar Menor y a dos escenarios posibles, a saber:

Escenario 1. Los políticos siguen sin ponerse de acuerdo, se echan las culpas por todo, por las competencias, por los medios económicos y materiales, por el momento y oportunidad. Los científicos más de lo mismo, no solo no se ponen de acuerdo sino que en algunos casos se ven mediatizados política e ideológicamente, hasta el punto de hacer explotar el 'comité científico'. Los intereses económicos de agricultores y el sector turístico, contrapuestos y enfrentados. El PIB, maldito PIB y su contribución a la economía local, es el que manda, el yo contribuyo más que tú, me da poder no solo de decidir la política económica, sino la medioambiental a través de la financiación del voto.

Mientras tanto, la casa sin barrer, sin que a ningún responsable de uno u otro lado le dé la más mínima vergüenza. Ante esto, a los ciudadanos no solo nos queda el derecho al pataleo, a protestar, a clamar en el desierto y a manifestarnos, sino a exigir soluciones a corto plazo, ¡para ya! Es decir, el mientras tanto, ¿qué hacemos?

Escenario 2. Todo es ideal y maravilloso, los políticos se ponen de acuerdo, los científicos también, los intereses contrapuestos se conjugan, no hay problemas económicos, la agricultura sigue su marcha, el turismo se recupera y los vertidos cesan inmediatamente, los de las ramblas, los de la minería, los de la agricultura, los urbanos e incluso el régimen de lluvias y las DANA se portan bien y dejan de castigar al Mar Menor. De puta madre, la arcadia feliz.

Pero tras este segundo escenario, ¿cómo quedaría el Mar Menor? ¿Cuánto tiempo necesitaría para su recuperación total o parcial? ¿Cómo se comportarían los parámetros físico-químico-biológicos y medioambientales en suma? ¿Sabrían responder a estas cuestiones nuestros eminentes científicos? Años, décadas o quizás nunca.

Difícil respuesta, mal apaño, tantos esfuerzos para impedir los vertidos y la contaminación y el Mar Menor va seguir hecho una mierda durante no se sabe cuánto tiempo. ¿Qué hacemos después de? Es entonces la pregunta pertinente.

Estos escenarios nos conducen irremisiblemente a una sola pregunta-respuesta: ¿cómo mejorar a corto plazo las condiciones del Mar Menor? Mientras tanto o después de.

Hasta ahora ha habido digamos que una coincidencia casi absoluta, entre comunidad científica, ecologistas, expertos e incluso cierta clase política irreflexiva, generalmente de izquierda (entre los que me incluyo), mostrándose en contra de una mayor aportación, trasvase, intercambio o cualquier actuación de similar naturaleza, entre el Mar Mediterráneo y el Mar Menor, ya sea mediante la apertura, dragado, ampliación de las golas o mediante el bombeo de aguas Mediterráneo-Mar Menor.

El argumento en contra de ello ha sido fundamentalmente que si se aumenta el flujo o caudal entre el Mediterráneo y el Mar Menor disminuirá la salinidad y se alterará el ecosistema singular de la laguna e incluso podría dar lugar a la aparición de nuevas especies invasoras.

Este paradigma se podría considerar en las actuales circunstancias como un prejuicio que impide bajarse del burro, como vulgarmente se entiende, imposibilita la adopción de medidas racionales, naturales, continuas y regulables, como es el caso de la apertura o ampliación de la golas o el bombeo de aguas del Mediterráneo. Este paradigma del que he sido partícipe, deja de tener sentido cuando se trata de un mar muerto o gravemente enfermo que, pese a los análisis y diagnósticos, no garantiza en ningún supuesto su recuperación, salvo para el que crea en los milagros.

El Mar Menor, y en esto hay unanimidad, está hecho una mierda, medio muerto o muerto del todo y en ningún modo y en las actuales circunstancias la aportación de agua del Mediterráneo lo puede empeorar.

El razonamiento de que disminuiría la salinidad y sus consecuencias deja de tener sentido en las actuales circunstancias, cuando las cosas están como están, peor imposible, y porque además, lo de la salinidad no dejaría de ser un mal menor que en su caso podría regularse o compensarse con aportación de salmueras, de las que hay por un tubo, de salinas o por propia evaporación.

En sentido contrario, y parece evidente, la aportación de agua 'limpia' del Mediterráneo mejoraría significativamente los parámetros físicos, químicos, biológicos y medioambientales, en suma, como son fitoplancton, fosfatos, nitratos, clorofila, oxígeno, nitrógeno, nutrientes y mierdas de todo tipo, e incluso la turbidez. El control y medición de todos estos parámetros dirá en todo momento y en qué medida cómo debería regularse la aportación de aguas mediterráneas.

La situación, el estado actual, es extremo, y a situaciones extremas, soluciones extremas, que no lo son tanto. Si me apuran, prefiero un Mar Menor que sea una sucursal del Mediterráneo, una bahía, rada o similar, antes que un mar muerto.

Dejémonos de prejuicios, démonos una cura de humildad, bajemos del pedestal de la intolerancia y adoptemos soluciones factibles, positivas, regulables y reversibles mientras que se decide qué se hace, cómo se hace, cuándo se hace, quién lo hace y qué pasará después de...

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