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Los hijos vienen con un grupo de WhatsApp bajo el brazo. Va incorporado a la matrícula en 1º de infantil. Ineludible. Un día, sin saber quién tomó la iniciativa, te encuentras compartiendo esa virtualidad, y en ese momento se abre una dimensión que no esperabas. ... Ahí estás instalado, como un padre de Schrödinger, ni dentro ni fuera, condenado a leer las ocurrencias de tus compañeros de celda: algunos padres primerizos, otras parejas con gemelos, a veces una maestra en el grupo. Suele haber un moderador que gestiona y administra los tiempos, otros que abusan de los emoticonos, también los padres de un niño que siempre se deja el abrigo en el patio. Como elemento exótico, una abuela infiltrada que habla en nombre de su nuera y en representación de la nieta. Si te descuidas unas horas, te esperan 25 audios en cascada de compañeros que felicitan el santo del día. Y ahí está, la veo venir de lejos, la madre que escribe diciendo que su hijo se ha llevado a casa el abrigo de ese compañero que siempre lo olvida en el patio.
Como padre llevo con sopor y hartazgo la sobreinformación que genera este tipo de grupos. Sin embargo, ese territorio virtual es una maravilla para un antropólogo: un baile continuo de roles y sobreactuaciones. Temas tabúes, territorios vetados. A veces, preguntas que se ven caer al agujero negro del grupo sin que nadie les dé respuesta. En ocasiones, conversaciones espontáneas entre dos miembros del grupo mientras el resto atendemos como 'voyeurs' en mitad de un partido de tenis. Peticiones de confirmación de asistencia a cumpleaños cada 16,3 días que obligan a copiar, actualizar y pegar la lista donde se van incorporando primos, tías, hermanos pequeños y vecinos. Padre o madre que ejerce de enlace con la maestra y que comparte información casi clasificada con el grupo. Padres solteros, parejas que conviven y deciden tener una hija en común. Toda una muestra representativa a nivel micro que serviría para adivinar tendencias de voto, preferencias de consumo y renta per cápita.
Asistir a las interacciones en el grupo representa el trabajo de campo, la recolección de datos de lo que podría ser una investigación sociocultural. Lo suculento llega cuando conoces en persona a padres y madres, y cuando entonces los ves interactuar con sus hijos. Aquí es donde un científico social se remanga. Y lo que suele suceder (desde mi experiencia tan sesgada como lo es dar opinión) es que la vida real es menos atropellada que los espacios virtuales. Salvando excepciones que confirman comportarse del mismo modo en persona que leídos, por lo general en carne y hueso mostramos menos dosis de extroversión neurótica. En el parque, empujando el columpio donde se balancea nuestra hija, somos más compactos, proyectamos con determinación el arquetipo de 'un padre', de 'una madre'. Además, en esas relaciones cortas, los gestos nos delatan (o nos acompañan) y la ausencia de la gran máscara que permite la relación virtual nos obliga a economizar en despliegues efusivos. Pisar la calle nos desinfla de alharacas, nos devuelve a unos patrones de relaciones sociales pre-Covid.
Un cuento de terror breve: se abre el telón y aparece una distopía donde las grandes empresas infiltran a sus empleados como padres en los grupos de WhatsApp de los colegios. Como hicieran políticos, aventureros y antropólogos en la intensidad del colonialismo africano decimonónico, cuando aplicaron su 'indirect rule' al entender que desde dentro se sabotean las instituciones de la cultura que se quieren comprender (o devastar); sobornando y poniendo hombres de paja nativos que conocen los mecanismos propios de esa comunidad. En ese rol visualizo un ejército de padres y madres con camisetas interiores corporativas, haciendo de paisano en grupos de WhatsApp. Desde el parapeto del móvil de empresa tomarán nota de nuestros hábitos, miedos y filias. Puede que sean trabajadores autónomos, brokers de tendencias, libros infantiles y cartas Pokemon, y entonces organicen en un Excel por columnas las distintas categorías que venderán a empresas de marketing transnacionales.
¿Cuándo caduca un grupo de WhatsApp de padres? ¿Se sustituirá el grupo del colegio por otro en 1º de carrera? ¿Son los grupos de WhatsApp otra forma de estratificación social? [emoticono del señor de WhatsApp que levanta los brazos con las palmas de las manos hacia arriba en un gesto de no saber qué responder].
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