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No creo en principios morales a la carta (si no le gustan éstos tengo todos los demás) y no creo tampoco en gritos a la carta. El de las profesionales del feminismo, ahora, por el asesinato de dos niñas en Canarias por su luego suicidado ... padre.
Puede gritar todo el mundo de indignación y me uno al coro; pero en mi opinión quien no puede dar alaridos sin tener que avergonzarse una miaja son esa gente que no se horroriza con el horror sino cuando coincide exactamente con su agenda política. Cuando aplican al espanto la estrategia y ya de paso traen de los pelos, aprovechando que no pasaba por allí, a esa delincuente tan peligrosa para los niños llamada Juana Rivas (no, yo nunca fui Juana Rivas, contra la abrumadora opinión pública, en aquellas fechas oscuras para el honor nacional de las que vinieron a rescatarnos unos jueces italianos).
La vergüenza que no sienten en absoluto pero que debiera mover a una menor gesticulación al feminismo oficial no viene, por supuesto, de que no haya protestas cuando la que mata a los hijos (incluidas hijas) es una mujer. Entiendo que las profesionales se dediquen solo al machismo, que es su trabajo. Pero tampoco las oficialistas se dedican al machismo si ese machismo, salvaje, viene de colectivos protegidos, cuando no clientelares, en su agenda política populista. Para el feminismo oficial, el machismo se encuentra en un tipo que abre demasiado las piernas en el autobús pero no –silencio absoluto– en una violación múltiple a cambio de seres malévolos procedentes de un origen étnico o continente adecuado. Todo es micromachismo; pero muchos gigantescos macromachismos para ellas no existen. Ejemplos de horrendos crímenes machistas silenciados por aquellas a las que se supone que pagan por llevarlos a las 'manifas' hay a decenas todos los años. Las 'manadas' es lo que ellas dicen que son las manadas. La farsa es colosal. El feminismo oficial es el arte de callarse, mucho más que de gritar, como la obra de Baltasar Gracián –favorito de Schopenhauer– era el arte de la prudencia.
Muchas mujeres están en peligro real mientras las feministas oficiales que dicen representarlas especulan sobre si ese peligro existe, dependiendo el machismo de donde venga, y valoran incluso si determinadas mujeres tienen derecho a considerarse mujeres con derechos, porque no les han pedido a ellas el carnet. Gritando por lo que ha hecho ese degenerado canario (asombra el candor de los medios, en pleno siglo XXI: «el hombre que no parecía ser lo que era», y el guapito de cara aparte de tener todos los rasgos del psicópata tenía antecedentes por diversos delitos, ¿quién coño «parecía ser» entonces? ¿Rabindranath Tagore?). El feminismo debiera taparse un poco, ya sé que se cose la boca en tantos otros casos. Debiera taparse un poco y no los pechos de las de Femen.
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