Generación de cristal
REBELDÍA MURCIANA ·
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REBELDÍA MURCIANA ·
¿Cuándo se hace uno mayor y por qué nadie te avisa?No sé a qué edad uno puede empezar a hablar de las generaciones venideras con cierta autoridad moral, pero a mis casi 29 me lanzo ... al ruedo de la adultez que, esencialmente, consiste en juzgar a los jóvenes con los ojos de nuestro presente como si en su momento no hubiéramos sido al menos tan despojo humano como son ellos ahora. Pero en fin, que como de todo se sale, hasta de la edad del pavo, me toca ahora maldecir la frivolidad de los que vienen. O en este caso, su debilidad de espíritu de la que probablemente ni siquiera sean culpables.
Como ustedes saben, a la generación de los X, que igual ya son Y o Z (es muy difícil todo esto de la antropología) les llaman la generación de cristal. Me refiero a los adolescentes del hoy, que han nacido en un entorno digital, llevan iPad a clase desde su tierna infancia y piensan que un DVD es un artilugio 'vintage'. Lo del VHS les suena a enfermedad de transmisión sexual, pero ese es otro tema. Estos chicos, chicas y chiques de hoy en día tienen la inmensa mala suerte de tener redes sociales, que es una desventaja sustancial respecto a todos los que vinimos antes: nosotros podíamos ser idiotas en privado, ellos lo son en directo para el mundo.
Total, que hace unos días me adentré por casualidad en un hilo de Twitter de adolescentes del hoy en el que debatían, y ojo a lo que se viene, sobre cómo deberíamos cambiar el sistema educativo para tener en cuenta la salud mental de los jóvenes. Argumentaba la escritora de tamaña reflexión que ella en vacaciones se siente más alegre y descansada, y que el colegio y los exámenes sin embargo le generaban ansiedad, prueba irrefutable de que algo no funciona en el modelo de enseñanza.
Lo que hasta hace un tuit de Errejón se llamaba simplemente aburrimiento, la nueva generación de adolescentes impacientes y víctimas de un sistema que les ha dado absolutamente todo para que no tengan que preocuparse de absolutamente nada lo han transformado en un problema de «salud mental», un término que se puso de moda hace nada para no estigmatizar a aquellos que iban a terapia y que ha acabado derivando en un cajón de sastre que engloba a todo sentimiento que se separe un poquito de la felicidad plena.
La consecuencia lógica de tal manipulación del lenguaje es que los chavales de hoy en día piensan que si la vida no es exactamente como ellos creen que debería ser quiere decir que tienen depresión o algún tipo de enfermedad mental (que es lo que le pasa a alguien que no tiene salud, en este caso mental: que está enfermo) que les invalida para conseguir sus objetivos vitales básicos, en este caso estudiar en el colegio. En otras palabras: que han encontrado la excusa perfecta para que su fracaso esté justificado por causas exógenas que les exoneren de cualquier tipo de culpa por ser tan perezosos como hemos sido todos hasta la fecha y les aburran tanto las matemáticas como a sus padres, a sus abuelos, a sus bisabuelos y seguramente a sus tatarabuelos también.
Una generación que se ha acostumbrado a tener la suscripción de Netflix, Amazon Prime y HBO a la vez y aun así a no encontrar nada que les satisfaga lo suficiente como para verlo más de dos minutos, ¿cómo va a tolerar la frustración de algo tan poco democrático y transversal como es estudiar un examen de Historia de España de 4º de la ESO?
El futuro de estos jóvenes va a ser un desastre porque la vida que les espera no acepta excusitas banales cuando uno no sabe hacer su trabajo, ni tolera las mal llamadas depresiones (que banalizan a los que desgraciadamente sí las sufren) cuando un día están tristes y deciden que su mundo se para mientras, oh sorpresa, el resto de sus responsabilidades no desaparecen porque una lágrima se ha derramado en su ojo izquierdo con una cámara apuntando para el próximo TikTok sobre resiliencia.
Pero en cualquier caso, y como decía al principio, lo peor es que no es culpa suya: es, sobre todo, de los que se lo toleran.
Me voy a deprimirme por sentirme más cerca de los padres de esos chicos que de los adolescentes en sí. ¿Cuándo se hace uno mayor y por qué nadie te avisa?
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