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Después del ruido, la tempestad, la trifulca... las aguas vuelven a su cauce. Las negociaciones son eso: primero que reviente todo y que el personal se desahogue a sus anchas, y luego a pactar. Ayer todos los actores políticos, principales y secundarios, veían a punto de caramelo el acuerdo de PP, Ciudadanos y Vox, que va por capítulos, con la cadencia que establece Vox, un partido que ha demostrado su habilidad para marcar la agenda política allí donde sus votos han convertido su peso en oro. Después de la segunda ronda negociadora de ayer -otro pasito adelante- prácticamente nadie se imagina que se produzca un nuevo bloqueo o un giro que desemboque en otro fracaso para la investidura de López Miras.
Esta vez no se propondrá al candidato hasta que se sepa, públicamente, que tiene los apoyos necesarios. Es un requisito tan de Perogrullo que a algunos se les olvidó mientras se repartían las consejerías. El 'timing' de Vox no va a la misma velocidad que los deseos de López Miras e Isabel Franco para cerrar el acuerdo lo antes posible. Ayer por la mañana, PP y Ciudadanos creían posible celebrar el debate de investidura la semana que viene, intuyendo un inminente repique de campanas, pero tendrán que esperar al lunes, al tercer encuentro, para comprobar si hay fumata blanca o más etapas que quemar. Los destinos de los gobiernos de Murcia y Madrid van en paralelo, como se ha comprobado, lo cual acelera o frena el proceso.
Vista la marcha de las conversaciones, esto parece los encuentros en la tercera fase, y las que puedan venir después, sin que se sepa todavía cómo se va a materializar el esperado acuerdo entre los tres partidos: qué es lo que pide o pretende exactamente Vox a cambio de su apoyo; qué están dispuestos a conceder PP y Ciudadanos (parece que mucho); cuánto se alargará el proceso; y cómo se va a visualizar el final (se presume que feliz). Ya puestos, en Ciudadanos prefieren que, si hay acuerdo, este se traduzca en un voto afirmativo de Vox en el Pleno de investidura, en lugar de una abstención. Vox está por facilitar el acuerdo, pero para pasar luego a la oposición, anuncia. ¿Cómo se encaja eso?
Esta nueva fase, como la definió ayer Abascal («pelillos a la mar»), parte de la base de que todos han cedido sobre sus posturas maximalistas de días anteriores, pero la Región de Murcia no puede quedar expuesta a un acuerdo precario -cogido por los pelos para salvar la coyuntura- que salte por los aires a las primeras de cambio. Pienso en los Presupuestos de la Comunidad del año que viene, por ejemplo. ¿Estarán bajo un pim pam pum? Ciudadanos, que se juega tanto o más que el PP, propició el miércoles el deshielo, para limar asperezas e intercambiar disculpas. Ayer se analizaron los programas, sobre la base de un trabajo hecho la semana pasada que tenía un grado de coincidencia del 90%. ¿Qué tocará el lunes?
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