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Llevamos semanas con el debate de si el Plan de movilidad urbano de Murcia es bueno o malo. En el calor del debate (no exento ... de politización, pues tenemos unas elecciones a la vuelta de la esquina), han surgido muchos defensores del 'Plan', que básicamente acusan a sus detractores de ser 'yonkis del coche'.
Lo curioso es que ninguno de estos vehementes defensores a los que he podido leer en los medios estos días se dedica profesionalmente a la movilidad. Resulta llamativo que, como en otros temas controvertidos, los medios gustan de buscar científicos y técnicos especialistas, mientras que de la movilidad opina 'con rigor' y 'gran autoridad moral' hasta mi prima la de Cuenca. Quien escribe estas líneas tiene, por ejemplo, una opinión sobre el rigor jurídico de la ley del 'solo sí es sí'. Pero vamos, no se me ocurriría escribirla en un periódico: 1) Por miedo de meter la pata, y 2) Porque a nadie le interesaría posiblemente lo que opine servidor sobre esto.
Lo que sí ha realizado servidor es múltiples estudios y publicaciones científicas en revistas internacionales sobre movilidad, además de impartir clase en la UPCT y en universidades extranjeras sobre este tema. Por eso puedo afirmar que el 'Plan' (o lo que sea eso) que está desarrollando el Ayuntamiento de Murcia es técnicamente una castaña. Para empezar, no deberíamos llamar 'Plan de Movilidad Urbana' a lo que no lo es. Bien es cierto que el tema de la movilidad en España carece desde hace demasiado tiempo de un marco legal específico. El anteproyecto de Ley de Movilidad Sostenible, que debería regular todo esto, lleva cinco años dando vueltas en el Ministerio. Y ahora que encima al Gobierno le ha dado por enchufarle la coletilla de «y de la financiación del transporte» (para meterle de tapadillo el pago por uso de las autovías en el trámite parlamentario), tiene pinta de que acabará en un cajón esta legislatura. Como consecuencia de esto, no tenemos regulación a nivel nacional, y la mayoría de las autonomías, como están a la espera de legislación estatal que regule a nivel básico, tampoco legislan.
A pesar de este vacío legal, resulta intelectualmente sonrojante querer vender como 'Plan' lo que en el fondo son un puñado de actuaciones inconexas (algunas de ellas incluso contradictorias), para poder gastar fondos 'Next Generation' para unas elecciones. Lo que se quiere hacer en el barrio del Carmen es técnicamente desacertado por múltiples cuestiones. Para empezar, porque se está cortando el tráfico al vehículo privado en una arteria de comunicación de la ciudad sin ningún criterio de planificación a gran escala. Esto es contraproducente en una zona que, gracias al soterramiento del AVE, va a convertirse en una rótula de crecimiento de la ciudad en los próximos años. Y es que hay un pensamiento naíf en muchos políticos, que creen que por cortar el tráfico en una calle, los coches desaparecen por arte de magia, cuando realmente lo que suele pasar es que se tiende a sobrecargar de tráfico las calles adyacentes.
Por otro lado, está la idea desacertada de querer plantear la zona de Floridablanca como un nodo intermodal con autobuses. Eso no tiene ningún futuro desde el punto de vista técnico (me recuerda cuando se vendía que el Thader funcionaría como un gran aparcamiento disuasorio donde la gente llegaría de fuera para coger el tranvía al centro de la ciudad). Más le valdría al Ayuntamiento invertir en mejorar la red de autobuses de las pedanías (que buena falta hace pues tiene las concesiones urbana e interurbana caducadas), y así sea interesante coger el autobús desde todas ellas, en vez de gastarse el dinero en un sistema que sigue fomentando que la gente vaya en coche a Murcia.
Por último, está el tema de la participación ciudadana, y es que eso de querer hacer un plan de movilidad para los vecinos sin los vecinos no suele salir bien. Aquí, en mi opinión, no es una cuestión de despotismo ilustrado a la murciana. Es un claro ejemplo de por qué esto no es un Plan de Movilidad Urbana Sostenible (PMUS, que es como realmente se llaman estas cosas), sino un puñado de proyectos incoherentes. Murcia tiene desde la época de Miguel Ángel Cámara un PMUS desfasado que habría que actualizar. Si el Ayuntamiento de Murcia hubiese hecho las cosas bien (como por ejemplo sí ha hecho Cartagena), diseñando un PMUS para todo el municipio, con actuaciones coordinadas que generasen sinergias entre sí, dando participación a los colectivos, y, finalmente, tramitándolo con transparencia en un proceso administrativo de exposición pública, seguramente se habría ahorrado todos estos problemas. Sin embargo, la tentación y las prisas por hacer anuncios de obras con fondos europeos para las elecciones municipales han acabado provocando que algo que podría haber sido muy bueno acabe posiblemente siendo un desastre.
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