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Ante el ambienticidio que estamos viviendo en los últimos tiempos en el Mar Menor, con dos crisis de hipoxia, no puedo abstenerme en dar mi opinión, teniendo en cuenta que soy uno de los investigadores pioneros (desde hace 30 años) en advertir los cambios físicos, ... químicos y biológicos que se estaban produciendo.
Está claro que el factor principal y primero del desajuste ambiental ha sido la agricultura desorbitada, originada a partir de la llegada de las aguas del Trasvase, que ha demandado ingentes cantidades de nitratos que se han infiltrado en el acuífero Cuaternario y han provocado el ascenso del nivel freático y el vertido de aguas cargadas de nutrientes al Mar Menor. Estos efluentes se realizan primordialmente por la rambla del Albujón, pero también de forma difusa a través de toda la costa marmenorense. Este ha sido el factor principal y no el calor, como algunos opinan.
Existen otros factores antrópicos que han contribuido a la eutrofización de sus aguas, tales como los residuos mineros en el litoral meridional; sin embargo, estos vertidos cesaron hace 20 años y de alguna manera se ha conseguido ya un equilibrio. Ante esta situación dantesca cabe preguntarse: ¿qué se puede hacer para superar el problema? ¿Eliminar toda la agricultura del Campo de Cartagena? ¿Conseguir un vertido cero? ¿Buscar la compatibilidad entre el desarrollo sostenible de la agricultura y la reducción máxima posible del vertido al mar?
Eliminar toda la actividad agrícola del Campo de Cartagena y sustituirla por una vegetación vernácula es una quimera, además de absurda, teniendo en cuenta que esta actividad intensiva generó, según Genoveva Aparicio, 209 millones de euros, el 0,6% del PIB regional.
Conseguir un vertido cero es casi imposible, además de constituir un objetivo carísimo, pues siempre existirá un vertido difuso, difícil de controlar. La solución, creo yo, está en compatibilizar una actividad agrícola sostenible con un vertido minimizado. ¿Cómo se consigue esto?
–Además de eliminar todos los riegos ilegales (por supuesto), aplicar la mínima cantidad de abonos nitrogenados, y si es posible eliminarlos (pasar a una agricultura ecológica).
–Puesto que el agua subsuperficial sale mayoritariamente por la rambla de Albujón, hay que taponarla eficazmente, de forma segura y duradera, sin posibilidad de que existan averías. Eso es lo primero que hay que hacer.
–Con el fin de rebajar el nivel freático se perforarán sondeos de gran diámetro en líneas paralelas y próximas a la costa, que bombearán las aguas pertenecientes al acuífero Cuaternario. Este agua será conducida a una estación desnitrificadora y una vez tratada se mezclará con la del Trasvase.
–Además de estas captaciones, se construirá una tubería, colocada en la zona saturada, paralela y próxima a la costa, de gran diámetro y ranurada en su mitad superior. Esta tubería tendrá una pendiente que obligará al agua 'atrapada' a circular hasta un colector y allí será enviada hasta la planta desalobradora.
En estos momentos de agobio, surgen 'soluciones milagrosas' que, según sus autores, darían un respiro al enfermo agónico; una de ellas es el dragado de la gola de Marchamalo. Esta alternativa es un arma de doble filo, pues si bien aportaría oxígeno al sistema, contribuiría a acentuar el desequilibrio ambiental del Mar Menor, pues permitiría la entrada de especies invasoras alóctonas y de un agua menos salada, con lo cual se produciría un fenómeno de mediterraneización y la pérdida de su singularidad diferenciadora.
Otra de las soluciones que se barajan es la de los filtros verdes. Científicamente sería un método posible, según ha demostrado recientemente Mari Carmen Tercero en su tesis doctoral. Sin embargo, en el caso del Campo de Cartagena, considerando sus características geomorfológicas y climáticas, creo que no sería una solución viable, pues se necesitarían parcelas de grandes superficies que serían destruidas con la llegada de las DANA.
Todas estas actuaciones tendrían resultados a medio y largo plazo (decenios); pero no por ello hay que pensar que son inanes y, en consecuencia, que nos lleven a actitudes pesimistas y alexitímicas. Hay que actuar hoy si queremos que mañana nuestros nietos puedan ver el auténtico Mar Menor porque, creo y deseo, que la capacidad regeneradora de esta laguna es muy grande.
Dichas propuestas son competencia bien de la Comunidad Autónoma de la Región de Murcia (CARM) o bien la Confederación Hidrográfica del Segura (CHS). Teniendo en cuenta que su signo político es diferente, se están traspasando la 'patata caliente' de la responsabilidad unos a otros y se está perdiendo un tiempo precioso que es de vida o muerte. No es momento de ver si los cancerberos que nos persiguen son galgos o podencos. ¡Hay que actuar ya! Y para ello es necesario y urgente que se llegue a un acuerdo entre organismos oficiales.
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