Espantes
VERITAS VINCIT ·
Me pregunto qué fue de los valores que hasta ahora sustentaban nuestra forma de ser y de actuarSecciones
Servicios
Destacamos
VERITAS VINCIT ·
Me pregunto qué fue de los valores que hasta ahora sustentaban nuestra forma de ser y de actuarTres cosas hay en Murcia que dan espante: terretremo, trimulto y el alifante». Cuánto tenemos que agradecer a nuestro paisano y patiñero José Martínez Tornel, ... fundador y director del 'Diario de Murcia', el tiempo que dedicó a recopilar cantos de nuestra huerta, como el que abre este artículo, llenos de sabiduría, experiencia y un punto 'bordesicos', como dirían las gentes de Cartagena. A alguno de mis lectores lo de Martínez Tornel le puede sonar a nombre de plaza, la que en la capital linda con la Glorieta y el antiguo Hotel Victoria, pero Don José fue, aparte de un hombre de bien y eximio periodista, un batallador nato en cualquier lucha por nuestra bendita Región.
Cuando la tremenda riada de Santa Teresa, el 'Diario de Murcia', que él dirigía, cambió su anodina primera página por otra espectacular con un documento gráfico sobre la tragedia que revolucionó la forma de hacer periodismo. Durante nueve días, las cuatro páginas del diario se dedicaron a dar cuenta de tanto drama; la narración llegó a manos de Labey, director de la Agencia Francesa de Prensa, quien se encargó de la publicación del periódico 'Paris-Murcie' con la colaboración del papa León XIII, el rey Alfonso XII y de escritores como Alejandro Dumas y Victor Hugo, con una tirada de 300.000 ejemplares y cuya recaudación sirvió para paliar en parte tanto daño.
Terremoto y tumulto, 'terretremo' y 'trimulto' en nuestra autóctona lengua, sabido es que siempre han causado espanto a los vivientes; lo del elefante, 'alifante' en murciano, puede deberse a dos cosas: la necesidad de terminar rimando con espante o la huida del circo de un enorme paquidermo y la impresión que pudo causar su paseo por las calles de la ciudad.
Indudablemente hay personas, actuaciones, animales o cosas que nos siguen espantando. A mí me espanta que, tras un año de confinamiento, sacrificio y ruina, todo siga igual y que, lejos de haber servido esta catástrofe para unir a un pueblo en su desgracia, estemos cada día más enfrentados, más violentos, más deprimidos, más desesperados. Me espanta, además, la incapacidad de nuestros gobernantes para dirigir la nave, su poca o nula formación en contraste con su mucho sectarismo. Mi grado de espanto crece al ver tanta violencia de acción y de palabra, tan poco respeto al pensamiento ajeno, a las ideas contrarias, a las normas; me pregunto qué fue de los valores que hasta ahora sustentaban nuestra forma de ser y de actuar.
Para qué hablar del derroche a manos llenas en subvenciones amicales, asesores que poco o nada aportan, políticos sin formación ni experiencia, millonarios contratos fraudulentos y gasto inútil, mientras se restringen las ayudas tan necesarias al tejido productivo que se está deshilachando. Pero si todo lo anterior espanta, más espantoso es todavía el silencio de los sufridores: este brutal confinamiento y la anestesia que los medios públicos de información nos inoculan a diario, con una sarta de noticias viciadas, dirigidas por el poder político y en muchos casos perversas, nos ha llevado a asistir silentes a esta galopante degradación. La moderación, la educación, los buenos modos son virtudes loables, pero ese sonoro silencio –permítaseme el oxímoron–, que se percibe ante tanta atropello, tanta indignidad, tanta sinrazón, tanto abuso de poder asusta y no es propio de nuestro carácter fuerte, indómito, que siempre nos hizo reaccionar cuando el pueblo percibía, como en Fuenteovejuna o en la invasión francesa, un claro abuso de poder: «Nos, que cada uno valemos tanto como vos, y todos juntos más que vos, hemos decidido elegiros por nuestro Rey y Señor», recordaban los vasallos a su rey electo la correlación del mando.
Que nadie interprete mi lamento como una llamada a la rebelión, pero sí a la protesta contra estos dirigentes abusadores. Si es verdad, como proclama nuestra Constitución, que el pueblo es soberano actuemos en consecuencia y hagamos oír con fuerza nuestra protesta: votar cada equis tiempo no es suficiente cuando la mar está en leches y la nave a la deriva, a punto de naufragar sin nadie al gobernalle.
Por las calles otro año más no hemos visto a verdes ni magentas, ni coloraos, ni blancos, ni moraos, ni californios ni marrajos ni pasos, ni tronos, ni burlas, ni tambores; tampoco se esperan esta semana bandos y huertanos; digo yo que mejor hubiera sido pasar la fiesta a otro mes porque, ¿alguien cree que la cosa está como para tirar cohetes? Yo no y tampoco acierto a encontrar la forma y manera de curarme estos espantos. Se admiten consejos.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.