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Todavía no hemos salido de la pandemia. Muchos compatriotas nunca saldrán. Otros saldrán heridos por el impacto persistente de las últimas crisis: el 25% de sumergidos, los mal llamados ilegales o irregulares, los menores de 30 siempre en precario y los desempleados mayores de 50 años o desechables.
Más que una reconstrucción, necesitamos una reconversión. Otra forma de hacer las cosas, otra forma de entender la vida. La reconversión es, además, una doble conversión, un ir más allá en la conversión. Una conversión no solo de actos, sino también de volver a dar importancia a los valores, una conversión moral.
Aquí queremos llegar. La solución no es solo económica, es más: es y debe ser una solución basada en el valor y la dignidad de todas las personas.
Frente a la crisis de la pandemia necesitamos incidir en el mundo de los valores y, aquí y ahora, los valores tienen dos ámbitos donde se expresan en su más completa plenitud: el mundo del deporte y el mundo de la familia (que incluso pudiéramos decir que solo son un mundo, pues, ¿qué es el deporte sino una gran familia unida por los valores de la perseverancia, constancia, determinación, espíritu de equipo, ejemplo y entrega generosa?).
Dos iniciativas quiero presentar, dos iniciativas cercanas porque se centran en los valores:
La campaña 'Por una España con Valores', capitaneada por el Comité Olímpico Español y la UCAM, y el Observatorio Internacional de la Familia, un proyecto promovido por el Pontificio Instituto Teológico Juan Pablo II y la UCAM.
La semana pasada, Alejandro Blanco, presidente del Comité Olímpico Español, y José Luis Mendoza, presidente de la UCAM, que se llaman y sienten hermanos, nos invitaron a construir un futuro donde los valores sean lo más importante. Lo hicieron acompañados de la gran familia de deportistas olímpicos. Los deportistas no se rinden, saben lo que es el esfuerzo, el esfuerzo en equipo con sus compañeros, con sus entrenadores y mentores. Arresto para luchar frente a lesiones y adversidades. Arrojo para reinventarse cuando las circunstancias vienen mal dadas. El COE y la UCAM quieren lanzar a la sociedad el mensaje de que unidos y con responsabilidad, siguiendo el ejemplo de entrega y constancia que nos dan los deportistas, conseguiremos superar esta crisis.
Y tenemos a la familia. Ese grupo de personas formado por una pareja que convive y tiene un proyecto de vida en común, para sí y para sus hijos. Convivientes de varias generaciones, ascendientes y descendientes, relacionadas entre sí por parentesco. La familia como un equipo donde los roles de entrenadores y jugadores muchas veces se intercambian, porque el proyecto de vivir en comunidad necesita de la participación de todos.
La Iglesia se fundamenta en el valor de la comunidad, del bien común, y es la familia su máxima expresión. Por eso se creó el Observatorio Internacional de la Familia.El primer informe del Observatorio se ha centrado en el poder de las relaciones familiares como escudo protector frente a todas las formas de pobreza y en cómo los principales riesgos que afrontan las familias son la violencia, la desigualdad hacia las mujeres y la pobreza.
Violencia porque hemos olvidado que solo la aceptación libre permite tomar decisiones individuales y sociales comprometidas. Desigualdad porque hemos olvidado que todos formamos parte de una misma comunidad de hermanos, vinculados entre sí por nuestra común pertenencia a la misma 'obra de Dios'. Y pobreza porque hemos olvidado que la vida plena solo puede desarrollarse cuando las necesidades más elementales (físicas, de seguridad, de cariño y amor) están satisfechas. Es en las familias donde anida la violencia, desigualdad y pobreza, y también es la familia el lugar donde se puede acabar con ellas: frente a la violencia, la generosidad, el perdón y el amor; frente a la desigualdad, la igualdad de oportunidades y la aceptación desinteresada de todos; frente a la pobreza, la acción decidida y el compromiso social para que todos tengan lo mínimo vital, empezando por un abrazo final para que nadie muera solo y abandonado en una residencia de ancianos. Estas acciones requieren saber qué se quiere, y que solo se pueden superar los grandes retos de la vida con valores como el esfuerzo, la perseverancia y la responsabilidad individual y colectiva. Y es la familia el espacio privilegiado donde estos valores se tienen que dar.
En estos tiempos de incertidumbre, congoja y caos, los valores de los deportistas, los valores en nuestras familias, son un ejemplo para todos los españoles, para la reconstrucción económica de nuestra nación y para su reconversión moral. Necesitamos convertirnos, dar sentido a lo que hacemos, y hacerlo con valores, porque 'mucha es la mies y pocos son los obreros'.
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