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Esfuerzos inútiles

ASÍ ME PARECE ·

Los dirigentes de la derecha son libres de incrementar la crispación, pero el objetivo de destruir políticamente a Sánchez no se va a conseguir así

Domingo, 24 de mayo 2020, 02:29

Durante el año 2019, hubo en España dos elecciones generales. El resultado de las urnas fue muy claro. El PSOE las ganó las dos con una diferencia de varias decenas de escaños con respecto al segundo partido. Pero sin mayoría absoluta. Ningún otro partido político podía formar gobierno. Solo el PSOE. Pero necesitaba el apoyo de otras formaciones políticas.

En esta situación, los partidos del centro y la derecha (Ciudadanos, PP y Vox) se encontraron en un dilema: o intentar controlar el Gobierno que pudiera formar el PSOE, o permitir que lo controlasen los separatistas vascos y catalanes, y los comunistas de Podemos.

Controlar un posible Gobierno de Pedro Sánchez no era difícil. Tras las primeras elecciones, bastaba con que Ciudadanos aceptase entrar en el Ejecutivo con un pacto de coalición. Tras las segundas elecciones, era suficiente con que el PP se abstuviese en la investidura de Pedro Sánchez, a cambio de unos pactos de legislatura que garantizasen la aprobación de algunas leyes y la realización de algunas reformas.

La moción de censura serviría para mantener un importante debate político, pero no prosperaría

Esta opción era la preferida por gran parte de la sociedad española. Se dijo, por activa y por pasiva, y desde todos los rincones de España. La recomendaron la CEOE, las empresas de Ibex-35, y muchas personas relevantes del mundo de la cultura, la economía y la comunicación. Se destacaba que esta solución era la que convenía a los intereses generales de España.

Sin embargo, los partidos del centro y la derecha optaron por dejar que el Gobierno de Pedro Sánchez dependiera de los votos de los comunistas y separatistas. Su propósito estaba claro: este era el camino más seguro para achicharrar a Pedro Sánchez, para destruirlo políticamente.

En los primeros momentos de la crisis sanitaria de la Covid-19, se llegó a pensar que las cosas cambiarían, que la gravedad de la emergencia haría que la oposición se comportase con lealtad institucional, y cerrase filas con el Gobierno. Pero no ha sido así. Los partidos de la derecha (no tanto Ciudadanos) han visto en la crisis una oportunidad para destruir el prestigio político de Pedro Sánchez y conseguir la caída del Gobierno. Y, en consecuencia, han acentuado la crispación. Las descalificaciones e insultos han subido de tono. Se responsabiliza a Pedro Sánchez de los fallecimientos, de los contagios, de las muertes en las residencias de ancianos gestionadas por la Comunidad de Madrid, de las dificultades de abastecimiento de material sanitario en el mercado internacional, de los ERTE, del déficit, del endeudamiento, y del cansancio social por el confinamiento. En fin, de todo. Hasta se ha llegado a decir, en el colmo del disparate, que Pedro Sánchez odia a Madrid.

Esta estrategia de destruir a Pedro Sánchez tiene un problema. En política, como en muchas otras actividades humanas, solo se destruye aquello que se sustituye. ¿Cómo piensa el PP, o Vox, sustituir a Pedro Sánchez para así culminar el proceso de su destrucción? Cabe imaginar varias vías posibles en democracia:

1. En primer lugar, conseguir que el propio Pedro Sánchez dimita. Sin embargo, sabemos que el presidente del Gobierno no tiene la mandíbula de cristal. No tirará la toalla. Ni aunque se le acuse de la muerte de Manolete. Por naturaleza, Pedro Sánchez es un resistente. Políticamente, ha muerto ya varias veces. Y ahí está.

2. En segundo lugar, que sea el PSOE, en un momento de subversión interna del partido, el que le obligue a Pedro Sánchez a dimitir. Sin embargo, en mi opinión, tampoco es factible esta posibilidad. Pedro Sánchez es el secretario general del PSOE, y controla el partido desde la Moncloa. Los partidos en la oposición son mucho más inestables que los partidos en el Gobierno.

3. En tercer lugar, constitucionalmente cabe una moción de censura. Vox no la descarta. Serviría para mantener un importante debate político. Pero no prosperaría. Las cuentas del número de escaños no salen. Se dirá que tampoco salían cuando la moción de censura a Rajoy, y terminó prosperando. Pero entonces había una sentencia sobre el 'caso Gürtel'. Se necesitaría ahora algo parecido. Y, sinceramente, no lo vislumbro.

4.-Y, en fin, se podría intentar forzar un adelanto de las elecciones. Pero, de verdad, y aunque no nos fiemos de Tezanos y su CIS, ¿a quién interesan unas elecciones anticipadas? ¿No existe el riesgo de que algunos de los que ahora las reclaman saliesen de las urnas mal parados?

Los dirigentes políticos de la derecha son libres de incrementar la crispación, de tensionar el ambiente político, e incluso de seguir descalificando e insultando. Y la gente es libre de salir a la calle a hacer sonar las cacerolas y las cucharillas. Pero el objetivo de destruir políticamente a Pedro Sánchez no se va a conseguir así. Se están haciendo esfuerzos inútiles. Y, ya se sabe, los esfuerzos inútiles producen melancolía.

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