Elogio y refutación del mindango
NADA ES LO QUE PARECE ·
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NADA ES LO QUE PARECE ·
Sabemos que figura en el Diccionario de la RAE desde 1925. Su uso más frecuente tuvo lugar entre 1870 y 1900, en los tiempos de Vicente MedinaHay palabras que están a punto de perderse para siempre. Voces y expresiones que han dejado de emplearse, que se han replegado a los entornos ... rurales, a lugares en donde, de manera milagrosa, aún pervive la memoria del pasado.
'Mindango' es uno de esos vocablos que fue usado en otro tiempo en el ambiente familiar, entre amigos y gente cercana, y que está a punto de hacer mutis por el foro. Sabemos que figura en el Diccionario de la RAE desde 1925. Su uso más frecuente tuvo lugar entre 1870 y 1900, en los tiempos de nuestro Vicente Medina, el autor de la 'Cansera'. Después fue perdiéndose y de río pasó a convertirse en acequia menor hasta devenir en brazal cuyas aguas permanecen estancadas. Y, aun así, 'mindango' sigue firme, agarrado como una lapa, resistiéndose a no desaparecer por completo. El Diccionario, aunque reconoce que es un coloquialismo propio de la lengua murciana, no acierta por completo cuando define al mindango como alguien triste, pensativo y macilento, lo que es bien poca cosa para todo ese mundo que representa.
Se le han atribuido otras cualidades como la de gandul, enfermizo, perezoso, holgazán, amodorrado, mustio, despreocupado, socarrón, afligido y mohíno. Y, en verdad, algo tiene de todos esos atributos. En la Huerta más profunda y en algunas zonas del campo murciano, a la palabra 'mindango' le ha salido una seria competidora, de parecido sentido: la de 'setón' o 'setona', cuando existe por medio un pelín de humor y algo de mala leche, categorías de las que hace gala el personal de estos entornos, de este Sur que también existe.
Otra palabra aún más desconocida como 'oblomovismo', también circula en la misma dirección que la de 'mindango', compartiendo más de un rasgo con ella. Iván Goncharov publicó en 1859 su obra titulada 'Oblómov', cuyo protagonista es un hombre incapaz de hacer nada en la vida. El personaje en cuestión permanece la mayor parte del tiempo tumbado y no por una necesidad o por placer, sino porque es su estado natural. Hasta la página ciento cincuenta, Oblómov no consigue salir de la cama, por lo se podría decir que es más gandul que San Teodoro, que ganó la gloria en la cama.
Pero el más preciso a la hora de exponer los inconvenientes y las bondades del mindango fue Rodolfo Carles, un murciano que vivió entre 1850 y 1910. Él fue el autor del libro 'Doce murcianos importantes', de 1878, entre los que figura, como no podía ser de otro modo, junto al animero, el aguador, el auroro o el betunero, nuestro glorioso y singular mindango. El mindango, asegura Carles en esas páginas, no es un tipo, sino un carácter. Nadie es capaz de decir, con certeza, 'por ahí va un mindango', porque no hay signos exteriores ni marcas que lo delaten. Se encuentra en todas partes y a todas horas, y el espíritu de la mindanguería no es propio ni exclusivo de clases o de personas determinadas.
Mindango es el que come siempre el pan más blando y el bizcocho más tierno. El que es capaz de aprenderse unos cuantos latinajos para soltarlos en el momento más oportuno. Mindango es el abogado que no trabaja, pretextando que ya hay muchos en el oficio, por lo que prefiere esperar a que lo coloquen. Y tiene la rara habilidad de estar siempre en el lugar en donde se pueda tomar algo: toma el fresco el verano y el sol en invierno. Hay quien asegura que conserva un cierto parentesco con el 'enterao', por estar siempre al tanto de lo que les pasa a los demás, de lo que sucede en las casas ajenas de puertas para dentro. Y en materia de política, manifiesta abiertamente que esta le importa un rábano, pero nunca está conforme con el Gobierno. Como nos pasa a todos.
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