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Conocí al secretario general del PP, Teodoro García Egea, en una comida en el bistró Continental con el diputado en Cortes (lo mismo que era el jovencísimo Teo) Arsenio Pacheco, quien ha tenido una existencia desgraciada. Vino también el alcalde de Cuevas de Almanzora. Me ... pareció un chico con carisma, despabilado, sensato, cortés, próximo. También había algo mecanicista en su impecable actitud, que repitió cada vez que lo encontraba. Lo achaqué a su brillantez. O a su afición al triatlón. Se notaba llegaría lejos. Tal vez demasiado lejos. Aquel Teodoro parecía un hombre fiable. Pienso era la realidad. La de entonces, no sé si algún minuto más. Ser un hombre del que uno se puede fiar es buena estrategia para llegar a lo más alto, a condición de no abandonarla.

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laverdad El otro Teo