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Noam Chomsky cuestiona el hecho de que todos los alumnos aprenden como máquinas, igual y al mismo ritmo, y plantea que los que aprenden son seres humanos con preferencias, problemas, diferentes ritmos y maneras de aprender y con diferentes grados de involucración afectiva en el proceso de aprendizaje. La mediación que pueden ejercer los pares constituye una fuente interesante de refuerzo educativo, puesto que son referentes significativos que pueden ayudar, asesorar y acompañar, tanto en el proceso de desarrollo cognitivo de sus homólogos como en el refuerzo de la vinculación afectiva con el aprendizaje. Así pues, la forma que asuma la cooperación deberá ser alentada tanto por los docentes como por toda la comunidad educativa, puesto que, si ayudarse a crecer y a aprenderes transmitido como un valor en toda la institución, se predispondrá su asunción dentro y fuera del aula.
Esa es una lección que debemos aprender como sociedad. No podemos titubear en la unión necesaria contra nuestro enemigo común más terrorífico: la ignorancia. Cada uno de nosotros debe presentarse ante el entorno en el que convive como conquistador del dominio del aprendizaje. Lo demás se nos dará por añadidura. Para ello debemos actuar como piratas de sabiduría, y, al igual que los antiguos vikingos buscaban el sol del sur como última vía de su supervivencia, conducirnos por nuestra existencia más ávidos del buen saber que de riquezas esclavas, a fin de suavizar el camino de quienes nos rodean y nos siguen. Hay que ejecutar nuestra victoria hasta el final, destruir la oscuridad intelectual para siempre y no permitirle un momento de tregua, porque al más mínimo descuido resurgirá causando daños irreversibles en nuestro futuro.
Reconocemos como muy difícil que una sociedad habituada a la riqueza y la 'buena vida' esté dispuesta a soportar los sacrificios necesarios para alcanzar esa meta común, pero también sabemos que cuando el amor y la confianza se imponen todo es fácil y elemental. Es entonces cuando el esfuerzo necesario fluye y las adversidades se superan no dejando, para nuestra propia prosperidad y enaltecimiento, como decía Ramón y Cajal, que los ríos se pierdan en el mar y los talentos en la ignorancia. Estamos convencidos de que, en el contexto actual que nos comprime, después del enorme impacto económico y social de la Covid-19, la globalización debe ser un instrumento para fortalecer la unidad de la familia humana en su expansión en el bien común y en la caridad.
Pero la posibilidad de que un adulto reoriente su biografía educativa y profesional depende inicialmente de la construcción autónoma de motivos para orientar nuevos esfuerzos hacia el estudio y el aprendizaje. Solo en la medida en que la persona se plantea nuevos objetivos de desarrollo personal cobra sentido el esfuerzo que supone cualquier aprendizaje. Tal situación supone la capacidad de definir nuevos intereses y expectativas, establecer una relación causal entre los aprendizajes y la obtención del logro, mantener la motivación durante el proceso y gestionar la obtención del logro a partir del dominio de los nuevos conocimientos. Todas las capacidades y actitudes mencionadas son educables.
Se trata de educar y desarrollar dichas capacidades, promover la reinserción educativa de los alumnos y transferir competencias profesionales, durante el proceso, de valor transversal en el mercado de trabajo, a través de un proyecto educativo individualizado.
Un cambio de paradigma educativo que precisa de la complicidad de las familias de los alumnos a través de la promoción y desarrollo de escuelas de familias que transfieran información, permitan la adquisición de capacidades de orientación, motivación, apoyo al estudio y asesoramiento para la conformación de la identidad personal de los hijos y mejore la preparación de los padres para la toma de decisiones que afecten a la salud, el capital cultural, los hábitos relacionales y de ocio de la familia y los objetivos de desarrollo profesional de sus miembros.
En nuestra Universidad ya estamos en ello, no esperamos a nadie. En la actualidad formamos a la juventud para ser personas que no solo «vivan en el mundo», sino que «sean del mundo», pero nos gustaría que los políticos locales, autonómicos y nacionales prestaran más atención y que nuestra voz no quedara grabada solo en el viento.
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