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Donald Trump ha decidido pisar el acelerador a fondo en su particular guerra comercial contra el resto del mundo que inició sin titubeos apenas unas ... horas después de volver a ocupar la Casa Blanca. La decisión de imponer aranceles adicionales del 25% a todos los vehículos no fabricados en Estados Unidos traslada la batalla a la automoción, un sector muy importante para la economía mundial y, a la vez, en serios apuros por la caída generalizada de las ventas y una tortuosa transición energética.
Está por ver qué ha llevado a Trump a recrudecer su ofensiva arancelaria. Si es por un proteccionismo sin límites, en la creencia falsa de que atraerá a las grandes marcas a abrir sus factorías en EE UU. La decisión parece arbitraria porque deja en suspenso esas tarifas en la producción de México y Canadá, generadores de las piezas de las que dependen las grandes cadenas de montaje en suelo estadounidense. Aplicarles los mismos recargos supondría elevar el precio del producto final en perjuicio de su consumidor.
Entonces, es posible que sea una maniobra de distracción de Trump frente a hechos indecorosos para su hoja de servicios. En pleno escándalo por la brecha de seguridad de su Administración en la filtración del ataque a Yemen y de sus escasos avances en la negociación con Ucrania y Rusia. Mientras la Unión Europea promete una respuesta «firme», «proporcionada» y, llegado el caso, de fuerte «impacto» contra Estados Unidos por los aranceles, los líderes europeos reunidos ayer en París acordaron el mantenimiento de las sanciones económicas a Rusia. Siguen convencidos de que la paz llegará «a través de la fuerza» y, por ello, Francia y Reino Unido visitarán Ucrania en misión militar antes de decidir si despliegan su seguridad.
Cabe otra hipótesis sobre los gravámenes. Que Trump los haya decretado movido por la venganza, especialmente hacia Europa, donde Tesla se ha pegado un sonado batacazo. Las ventas de la marca de Elon Musk, su mano derecha en la Casa Blanca, se han desplomado a la mitad y su cuota de mercado europeo está al nivel más bajo en los últimos cinco años. En su casa, la cotización de esos coches eléctricos en el Dow Jones ha caído un 5%. Recrudecer la guerra comercial es un error porque todo apunta a que saldrá malparado otro motor de la economía.
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