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Pedro Sánchez se ha visto situado en el centro del escenario mundial con su visita oficial a China. Convertido en el primer mandatario internacional que ... se reúne con Xi Jinping desde que Donald Trump abrió la caja de los truenos, el presidente español se presentó ayer en Pekín como emisario de la Unión Europea, partidario de buscar nuevos mercados ante el muro levantado por Estados Unidos. «La política exterior no va contra nadie», subrayó Sánchez en un intento por capear las críticas de quienes ven en ese encuentro un inoportuno acercamiento al país que aguanta el envite a EE UU en mitad de la guerra comercial.
La política del palo y la zanahoria ha llegado hasta el inmenso mercado chino. Mientras Estados Unidos y el gigante asiático intercambian duros golpes arancelarios, España ha tendido la mano a China, en un gesto no exento de controversia por los intolerables recortes de derechos y libertades en el país. El reto para Europa es mantener la diplomacia en plena crisis. Cortar el vínculo comercial con Estados Unidos supondría adoptar una medida tan impopular como elevar los impuestos en la UE, advierte Ursula von der Leyen. Pero quedarse de brazos cruzados mientras Trump negocia a la brava y somete a la economía a una incertidumbre extrema también sería una irresponsabilidad. Por eso la presidenta de la Comisión Europea ha avalado la búsqueda de nuevos aliados comerciales en esa parte de Asia, abierta también a tender puentes con los países de Mercosur.
Más allá de las críticas del PP a Sánchez por «crear tensión dentro de la UE» con su cita con el presidente chino o de las amenazas de EE UU, que considera que acercarse ahora a China sería como «cortarse el cuello», Europa y España están legitimidades para explorar alianzas comerciales. Es una oportunidad frente al ultraproteccionismo que pretende Trump, como lo es también intentar equilibrar la balanza comercial con el gigante asiático, muy inclinada a su favor.
Tras la visita, España ha colado en el casi impenetrable mercado chino productos porcinos, cerezas y cosméticos. Parece poca cosa, pero en esta guerra comercial las pérdidas van a ser generalizadas. «No hay vencedores», dijo ayer Xi Jinping. Europa, por su historia, está obligada a liderar la construcción de nuevos ejes de estabilidad porque no puede estar al albur de una Casa Blanca afanada en desmantelar espacios de convivencia como la ONU o la Organización Mundial del Comercio. Imperfectos, pero aún necesarios.
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