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El encuentro entre las delegaciones de Estados Unidos y de Rusia celebrado ayer en Riad, con el objetivo de alcanzar un acuerdo de paz para ... Ucrania sin la participación del Gobierno de Kiev y con una maniobra deliberada para dejar de lado a la Unión Europea, no augura resultados satisfactorios ni para las democracias ni para la integridad territorial de los países. El secretario de Estado de EE UU, Marco Rubio, reprochó a la UE no haber sido capaz de acabar con la guerra durante tres años, un argumento que revela hasta qué punto la Casa Blanca tiende a pasar por alto la naturaleza de la agresión del régimen de Vladímir Putin a la propia existencia de la nación vecina. La insistencia estadounidense en poner fin a las hostilidades con celeridad puede sonar alentadora, pero la apuesta por unas conversaciones bilaterales anticipa más una solución impositiva que inclusiva. El problema no está sólo en la improvisación. Se encuentra sobre todo en la disposición mostrada por la Administración Trump a aceptar aquellas condiciones del Kremlin que Putin puede ensalzar como victorias. Y, lo que es peor, como incentivo para la cronificación del expansionismo panruso, algo que puede empezar por la anulación de facto de Ucrania como país soberano.
Las negociaciones iniciadas en la capital saudí entre EE UU y Rusia no invitan al optimismo que derrochaba Trump. No sólo por la frialdad de sus delegaciones y la lejanía de sus posiciones sobre Ucrania, un poco más desamparada desde ayer. Una cosa es que los negociadores se vuelquen en recomponer las relaciones entre ambos países. Pero otra es que den prioridad a sus intereses económicos, con protagonismo a una nueva relación energética.
Estados Unidos ya ha dado prioridad a los recursos minerales de Ucrania a cambio de apoyo militar. Quiere aprovechar las 'tierras raras' para el desarrollo tecnológico con las oportunidades de reconstrucción del país. Un serio riesgo para la soberanía ucraniana. Rusia pretende salir de Riad aliviada de los castigos impuestos por las sanciones internacionales. El ministro ruso de Exteriores, Sergei Lavrov, se opone radicalmente a que Ucrania se integre en la OTAN, pero da el visto bueno a que pueda ser miembro de la UE, siempre que Bruselas no constituya una alianza defensiva en auxilio de cada socio amenazado. Ayer, las delegaciones ni siquiera se atrevieron a hablar de «acercamiento» por la paz tras cinco horas de reunión.
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