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El propósito de Donald Trump de liquidar la guerra en Ucrania en una 'operación relámpago' ha abierto un abismo entre Estados Unidos y Europa. La ... estrategia empleada por cada bloque refleja la profundidad de la brecha. Por un lado, altos cargos de la Casa Blanca y del Kremlin prepararon el terreno en Riad, la capital saudí, para iniciar hoy conversaciones que pongan fin a tres años de conflicto, especialmente cruel para la población civil ucraniana, pero con la vista puesta en los territorios ambicionados por Moscú. Por otro, los principales líderes europeos, llamados por el presidente francés Emmanuel Macron, se reunieron en el Palacio del Elíseo en busca de una respuesta común y una «paz duradera» tras saberse fuera de la mesa de Trump. En el medio, Zelenski, en visita a Emiratos Árabes, se resiste a asumir cualquier acuerdo que no le tenga en cuenta.
Unos en Arabia, otros en París. Cada uno por su lado, así ha comenzado la nueva etapa abierta en Ucrania por el presidente de EE UU, que ha dado un acelerón desconocido a los ritmos de la geopolítica internacional. Primero en Gaza y ahora en Europa. Una velocidad que ha dejado descolgados a los mandatarios europeos, indecisos en su reacción. La primera propuesta ha partido del primer ministro británico, Keir Starmer, dispuesto a enviar tropas en misión de paz. Una posibilidad negada por Alemania y Polonia, y vista con recelos por otros socios. El Viejo Continente lo va a tener difícil para hacerse con la silla que le corresponde en la mesa de negociación por el peso de su historia y su economía. La misión se antoja complicada si la voz cantante la lleva Reino Unido, que rompió amarras con la Unión Europea hace apenas cinco años. Y si, además, los mandatarios de potencias como Francia y Alemania están ya casi de salida, debilitados ante sus electorados. Así será difícil rearmarse como es necesario en favor de la unidad, la fortaleza y una seguridad compartida.
Las delegaciones en Arabia allanan el camino para que Trump y Putin se sumen avanzado el diálogo. Entre otros, participan el enviado de Washington para Oriente Próximo, Steve Witkoff, ideólogo del desalmado desarrollo inmobiliario de la Franja. Y el ministro de Exteriores de Rusia, Serguéi Lavrov, la voz de Moscú que negó hasta la víspera la invasión en Ucrania. Trump legitima así a Putin ante el mundo, pero la realidad recuerda que hace ahora un año el líder opositor ruso Alexéi Navalni murió en una cárcel del Ártico.
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