Secciones
Servicios
Destacamos
Siempre me ha parecido una auténtica estafa vender el alma al Diablo con un contrato y luego, a última hora, arrepentirse y echarse en las manos de Dios, y quedar salvado. El Diablo también espera una cierta seguridad jurídica, pilar básico del Estado de derecho, ... aquí, en el Infierno o, peor, incluso en la actual sociedad relativista y descompuesta, donde vale igual estar con la Ley o contra la Ley; donde timas con la cabeza muy alta; donde por la mañana no reconoces lo que aseguraste a la noche y eres aplaudido por listo, y si eres de la ideología adecuada todo te está permitido. Pero, ¿y el pobre Diablo del Inframundo, y los pobres diablos de nuestro mundo, no merecen aliento?
Leí con repugnancia, como hombre de orden, el 'Fausto' de Goethe y los diversos 'faustitos' que vinieron posterior y anteriormente al autor alemán, al que guardo cierta simpatía por poner de moda pegarse un tiro por desamor con su 'síndrome de Werther'. Estas historias de transacción del alma solían ir sobre un hedonista que lo quiere todo, acude a quien se lo puede dar, el primero lo disfruta y cuando llega la hora de pagar el uno y cobrar el otro, el chalanero se echa para atrás y queda, para cumplir con su obligación, al ya te veré, como dicen en Sevilla. Siempre me indignó que quien quería disfrutar de todo hiciese trampas o se acogiese a excusas para no cumplir lo acordado. La palabra de honor, aunque se firme con horchata y no sangre, o incluso quede en un acuerdo verbal (los tratantes de cerdos escupían en sus manos antes de estrecharlas y hubiesen ido al cadalso con tal de no defraudar ese acto), debe valer para todo, debería valer incluso con el representante de las Tinieblas, que espera de nosotros que tengamos una mínima seriedad. ¿Alguien ha reparado en que, con nuestra inconsistencia en lo que aseguramos que iba a ser eterno, podemos romper el corazón incluso al peor de los espíritus? Tiene alguna razón el Demonio o quien sea para estar un tanto molesto.
Lo que he experimentado ante esas historias de gente que rompía el compromiso de entregar su alma es una sorprendente solidaridad con el Diablo. Y lo que me ha venido dando ganas de vomitar es que se supone que el que se salva es un tipo que obra bien, cuando no un héroe que regresa a la Casa del Señor, aprovechándose de su infinita benevolencia. Siempre puede encontrarse un buen motivo para el peor de los atropellos. Los hombres (tal vez algunas raras mujeres, si bien son seres de luz y se hace difícil pensar en que cometan una jaimitada) siempre encontrarán un relato en favor de sus intereses. Ese falso relato hasta Dios se lo cree alguna vez.
He sentido, alguna vez, nostalgia de poder cobrar ese tipo de deuda, bien vestido como el misterioso personaje de 'Schalken el pintor' de Le Fanu (basado en un pintor holandés real del siglo XVII, maestro en luces y sombras) y poder anunciar a qué he venido, bajo sombrero de ala ancha, largo cabello oscuro, bastón de ébano y pesado guantelete que se adelanta para reclamar lo suyo.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.