Cómo deslegitimar a un gobierno
MAPAS SIN MUNDO ·
Cuando se cuestiona la legitimidad de Sánchez, no se está arremetiendo contra una ideología o programa político, sino contra la misma legalidad del EstadoSecciones
Servicios
Destacamos
MAPAS SIN MUNDO ·
Cuando se cuestiona la legitimidad de Sánchez, no se está arremetiendo contra una ideología o programa político, sino contra la misma legalidad del EstadoLas imágenes de la turba bolsonariana asaltando las sedes de los tres poderes en la ciudad de Brasilia sirvieron para confirmar definitivamente que la democracia ... pierde consenso social a borbotones y que, como alternativa a su marco de convivencia, parecen imponerse otros 'géneros políticos' que implican la violencia y la alteración de la voluntad popular. Con las escenas –entre esperpénticas y escalofriantes– del asalto al Capitolio todavía en la retina, los sucesos de Brasil han terminado de definir una iconosfera de desorden e intentos de golpe de Estado que, con mucha posibilidad, ocupará un lugar importante en la cultura visual del siglo XXI. Los 'géneros' lo son porque son imitables: poseen códigos fácilmente comprensibles y reproducibles en diferentes situaciones. Y el 'género del asalto a la democracia' parece reflejarse en diferentes lugares del planeta con similar puesta en escena. De hecho, no hace mucho que, en la Región de Murcia, tuvimos una de sus manifestaciones paradigmáticas en el funesto asalto al Pleno del Ayuntamiento de Lorca. Al igual que en los del Capitolio y los de Brasilia, los incidentes de Lorca fueron promovidos por una ultraderecha para la que los cauces democráticos constituyen, en demasiadas ocasiones, un estorbo y un motivo de rencor.
Hace unos días, una usuaria de Twitter me preguntó que qué es lo que entendía por «ultraderecha» y si, en ese saco, metía también al PP. No le contesté. Y no lo hice porque Twitter no consiente argumentaciones serias que trasciendan el titular, el insulto o la amenaza. Pero ahora sí lo voy a hacer: desde la calma y el cobijo que ofrecen una columna de prensa. En su naturaleza, el PP no es un partido de ultraderecha. Sus ciclos más o menos conservadores jamás han repuntado en picos que pudieran llevar a pensar en una deriva extremista. Dentro del PP –y lo digo porque las conozco– hay personas maravillosas que perfectamente podrían asimilarse al espectro de la socialdemocracia. Pero –y esta conjunción adversativa no es baladí– la irrupción de Vox, la polarización insostenible que vive la política española y el paupérrimo equipamiento intelectual de la nueva hornada de políticos que rigen sus destinos ha conllevado que una parte del PP comparta mucho del ideario esencial de la ultraderecha. El PP se parece mucho a la ultraderecha cuando pacta con Vox en Castilla y León y asume el discurso delirante de Juan García-Gallardo; cuando convierte en su heroína y referente moral a una política como Díaz Ayuso, fiel heredera de la paranoia franquista que veía comunistas y francmasones por todas partes; cuando, en la Región de Murcia, cede las políticas de Cultura y Educación a los escindidos de Vox. El 'moderado' Feijóo afirma, cuando el vaso está a punto de desbordarse, que no quiere gobernar con Vox, cuando, en sus frecuentes y temibles comparecencias públicas, esgrime un discurso hiperbólico y maniqueo que está dejando a la pareja Casado/García Egea por protohombres de Estado. Feijóo es una brújula desnortada por un imán errático. Es imposible saber lo que piensa, hacia dónde se dirige y cuál es su grado de convencimiento sobre la naturaleza innegociable de la democracia. Y, ciertamente, este último punto es el más preocupante para el conjunto de los españoles. Porque el político que afirma no querer pactar con Abascal desliza, de manera continuada, en sus declaraciones, elementos discursivos que operan como deslegitimadores de la voluntad democrática.
Si nos atenemos al histórico de afirmaciones de Feijóo durante los dos últimos meses, obtenemos una línea discursiva incendiaria, en la que convergen dos estrategias populistas complementarias: la 'deslegitimación directa' del Gobierno de Sánchez; y la 'deslegitimación indirecta'. La 'fórmula directa' ya ha sido comentada en esta sección: opera mediante acusaciones que niegan la legitimidad del actual Gobierno de España, en un flagrante desprecio expresado por la voluntad de las urnas. Por su parte, la 'deslegitimación indirecta' renuncia al cuestionamiento del marco democrático para denunciar, paradójicamente, el peligro que el actual Gobierno de coalición tiene para la continuidad del régimen del 78. Feijóo es capaz de transitar, en el plazo de unos pocos días, desde la negación de la voluntad popular a la advertencia de que la carta constitucional que la regula está en peligro. El funcionamiento esquizoide es palmario. Y, aunque discursivamente ambas estrategias se contradigan entre sí, el impacto que tienen en la línea de legitimidad del Gobierno es similar. Feijóo ha acusado, en dos meses, a Pedro Sánchez de ser presidente del Gobierno de una manera ilegítima y de querer dinamitar la arquitectura democrática del 78. Cuando Trump y Bolsonaro cuestionaron la legitimidad de los resultados electorales que les echaron del poder no andaban muy lejos de esta erosión idearia de la legalidad del Gobierno de España que realiza el 'moderado' Feijóo. La turba descontrolada que asoló las sedes de la soberanía nacional en Washington y Brasilia comenzó a ser manipulada mediante discursos manipuladores como los que la 'derecha ultraderechizada' está practicando. Para muchos españoles, Sánchez es un okupa de La Moncloa. Y, con independencia de que se esté más o menos de acuerdo con sus políticas, lo que resulta impepinable es que, cuando se cuestiona la legitimidad de Sánchez, no se está arremetiendo contra una ideología o programa político, sino contra la misma legalidad del Estado. Y eso es un juego suicida.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.