Delegado de Murcia en Madrid
REBELDÍA MURCIANA ·
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Si les hablo de diputaciones provinciales y delegados del Gobierno de la Región en distintos lugares seguramente les suene a chino y, lo que es ... peor, a chiringuito. No es culpa nuestra: vivir en una comunidad autónoma uniprovincial tiene sus ventajas, como que nuestro territorio es esencialmente homogéneo a pesar de que los cartageneros que me estén leyendo probablemente dejen de hacerlo ahora, o que todos los problemas se pueden resolver a una distancia máxima de una hora en coche desde el punto más remoto de la Región hasta la capital.
No les hablo de cuestiones identitarias, en las que si entramos a debatir seguramente descubriremos que el carácter de un señor de Puerto Lumbreras nada tiene que ver con el de una señora de San Pedro del Pinatar, pero así empezaron los catalanes con el resto de España y la historia que acontece después ya la conocen de sobra. Hoy les hablo de una cuestión mucho más aburrida, pero que sin embargo es mucho más importante: la Administración.
Los distintos gobiernos autonómicos, y dentro de ellos especialmente los pluriprovinciales, están más que acostumbrados a la utilidad de tener delegados territoriales esparcidos por sus regiones. Por ejemplo, en Almería hay un responsable de la Junta de Andalucía que se dedica a coordinar la acción regional en la provincia, algo que parece lógico teniendo en cuenta lo sumamente remota que parece Sevilla a más distancia entre sí de lo que hay desde aquí a Madrid. Pero aprovechando esa figura estos territorios, no solo Andalucía sino también otros tantos, han diseñado un puesto que quizás podría ser interesante para la Región: el delegado territorial en Madrid.
La función de ese cargo público es esencialmente el de ser lobista de Murcia en la capital. Hacer cosas tan dispares como llamar a medios de comunicación nacionales para que cuando haya noticias sobre la situación del Mar Menor no se criminalice a la Región como si fuéramos unos asesinos de nuestro mejor recurso natural. Esa misma actividad se complementa con la de localizar, organizar y reclutar a los murcianos que tienen influencia en las altas esferas españolas, que por supuesto no son (solo) los políticos, sino especialmente también los empresarios, académicos o en general miembros de la sociedad civil con una especial relevancia y amor por la Región como para actuar de facto como embajadores de la tierra. A ello se une además la planificación de una agenda ambiciosa de los miembros del Gobierno regional en Madrid, en el que consejeros de un ramo concreto puedan organizar reuniones con las personalidades más relevantes del país en la materia. Un consejero de Cultura, por ejemplo, podría aprovechar la delegación territorial de Murcia en Madrid para que le organicen una visita al mes a la capital a reunirse con los principales productores de España y ofrecer los recursos de la Región para convertirnos en sede de rodajes de películas o llenar nuestros teatros con obras de primera categoría.
El perfil de un delegado territorial en Madrid tendría que ser el de alguien respetado y respetable en Madrid, probablemente el de algún diputado nacional que ya tenga un círculo de contactos por las altas Españas en el que sea respetado, o incluso algún empresario o periodista con garantía suficiente como para que alguien le coja el teléfono y le respete. En el caso de Andalucía, por ejemplo, el cargo lo ostenta Vicente Azpitarte, que además de granadino y exsenador era el jefe de Deportes del grupo Libertad Digital y, antes de eso, jefe de prensa de la Federación Española de Baloncesto.
El perfil en el fondo es lo de menos porque murcianos relevantes hay a miles en Madrid, pero la idea de base sí que me parece esencial: tener a un interlocutor concreto en la capital que canalice la agenda política, mediática y social de la Región en el resto de España es quizás el salto de calidad que necesitamos para que, por ejemplo, a nuestro presidente se le escuche al menos tanto como a ese señor de las anchoas que ven todo el rato en televisión y de cuyo nombre no quiero acordarme.
Seguro que hay muchos chiringuitos en todas las administraciones que sobran, pero puestos a crear un nuevo puesto con sentido y sensatez creo que este es uno de ellos. Hay talento murciano a raudales, solo hace falta explotarlo. Ojalá vayamos a ello.
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