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De abril a septiembre, se puede visitar en el museo Augusteum de Cartagena una exposición itinerante llamada 'Tesoros de Egipto'. Muestra réplicas de los tesoros ... encontrados en la tumba de Tutankamón, pero lo mejor es la visita guiada que dibuja el vasto lienzo de la historia de los enterramientos en el antiguo Egipto hasta su última faraona, Cleopatra.
Esta evolución funeraria teje una sinfonía cósmica de creencias y tradiciones, desde los humildes acordes de las tumbas prehistóricas, donde la humanidad apenas trataba de descifrar los misterios de la muerte, hasta las grandiosas pirámides. Cada etapa refleja una nota única en la partitura inacabada del homenaje a los difuntos.
En los albores de la civilización, cuando la humanidad apenas acariciaba los misterios de la otra vida, las tumbas prehistóricas emergieron como los primeros versos de una incipiente poesía funeraria. Con la sencillez de un pentagrama primitivo, los cuerpos eran depositados en pozos y cuevas, mientras que ofrendas funerarias tañían como campanas de devoción a los que partían hacia el más allá.
Con el florecimiento de una gran civilización, se compuso el siguiente movimiento en la ópera funeraria: las mastabas en la Necrópolis de Saqqara. Construidas con la precisión de una magistral sinfonía, estas estructuras rectangulares de ladrillo y piedra albergaban capillas que rendían homenaje a los ancestros.
La transformación de las mastabas en panteones familiares, les hizo crecer con varios pisos que formaban una escalera ascendente al cielo. En el esplendor del Antiguo Reino, se entonaron los acordes más grandiosos recubriendo estas construcciones funerarias de mármol blanco, alisando su superficie para asombrar al mundo con la majestuosidad de las pirámides que brillaban como soles terrestres en mitad del desierto. Diseñadas con la precisión de un compás divino, en su interior albergaban cámaras funerarias y pasadizos laberínticos que custodiaban las momias reales con la seguridad de la cámara acorazada de un banco.
A partir del Nuevo Reino, en el Valle de los Reyes, sustituyeron las pirámides por un coro sagrado de tumbas esculpidas en las entrañas de la montaña. Estos hipogeos y templos funerarios narraban el canto ancestral de la nación egipcia. Entre ellos, destaca la tumba de Tutankamón, el faraón niño, repleta de tesoros al encontrarse bajo tierra, a salvo de los saqueadores.
Si aún no has visitado la exposición, no te la pierdas. Las explicaciones de la guía son una evocadora melodía que te arrastra a un fabuloso paseo por la historia, donde cada nota resuena con el eco de una creencia eterna en la vida después de la muerte.
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