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REBELDÍA MURCIANA ·
Es legítimo defender la pobreza y la ruina, pero al menos con un poquito de respeto intelectualSecciones
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REBELDÍA MURCIANA ·
Es legítimo defender la pobreza y la ruina, pero al menos con un poquito de respeto intelectualA estas alturas de la película ya no estamos para ponernos exquisitos. Hay que asumir con resignación cristiana que hay que pedirle perdón a Rajoy ... por no haberle hecho sendas estatuas ecuestres en plaza pública por todo lo que sufría por salvarnos de lo que venía.
Y esto ya no va de comunistas, ni del presidente felón sin escrúpulos, ni de fondos europeos repartidos a discreción, ni del ministro de Consumo diciendo en medios internacionales que exportamos carne de mala calidad. El drama no es que la ministra de Turismo no pida fondos a la UE para rescatar a nuestra principal industria, ni que Irene Montero se gaste sus impuestos y los míos en escribir «todos, todas y todes», o que el olvidado Ábalos reciba con todos los honores a una criminal con la entrada prohibida en el país.
Esto es lo que hemos votado y a la ruina nos encomendamos, porque la soberanía nacional está fenomenal cuando ganamos nosotros y para que eso ocurra desgraciadamente los españoles se tienen que equivocar y dejarnos pasar un par de malos ratos repletos de 'días históricos' y concesiones a la extrema derecha nacionalista para que al final los normales puedan volver a gobernar. Todo lo malo, indultos incluidos, ha pasado a ser tolerable. Pero la única penitencia que ni siquiera justifica la expiación del peor de los pecados es, sin duda, la cursilería.
Yo acepto que vengan los comunistas a ejercer como tales y nos arruinen y conculquen nuestros derechos más elementales porque para qué si no les han votado, pero entrevistas de Yolanda Díaz diciendo a sus 50 y tantos «hacemos cosas chulísimas» y empleando términos como «matria» o «cuidados» ya sí que no. Si aquí venimos a jugar al terreno de la política en el que cada uno tenemos un modelo de sociedad y de economía que defendemos; unos ese en el que los ciudadanos tienen que disponer de las mismas oportunidades para que en relación a su voluntad y esfuerzo aparejado consigan aquello que se propongan; y otra en la que todos tenemos que ser igualmente mediocres para que incluso en el infierno haya paridad de género y de miseria.
Es legítimo defender la pobreza y la ruina, pero al menos con un poquito de respeto intelectual. Siento una incitación manifiesta a la violencia verbal cada vez que algún podemita, esos que defienden a la ideología más criminal de la Historia de la Humanidad, utiliza un vocabulario con el que hasta una niña cursi de 9 años se siente manifiestamente incómoda. Y peor aún cuando a esa cursilería le ponen la etiqueta de «feminización de la política», como si para que una mujer pueda triunfar en cualquier mundo tenga que emplear las formas de una dirigente de la Sección Femenina del franquismo pero en vez de sirviendo a su marido en este caso mostrando sus respetos a la comuna vegana 'eco-friendly'.
Entiendo perfectamente que en la exaltación máxima de narcisismo que acompaña a los líderes de izquierda estos entiendan que sus votantes tienen unas tragaderas por las que van a comerse todo lo que venga en el eslogan sin rechistar, y por tanto, es mucho más importante que la ruina venga adornada con un lacito rosa bien puesto que intentar que, yo que sé, la gente llegue a fin de mes o pueda pagarse una casa medianamente digna antes de cumplir 60 años.
Pero para el resto de mortales que les soportamos a pesar de nuestra doblegada voluntad, lo mínimo que deberíamos exigir es un poco de respeto. Un trato adulto entre personas adultas que pueden soportar frases complejas, explicaciones profundas e incluso ver matices. Un lenguaje que no permita degradar a las mujeres como meros sujetos de cuidado que deben hablar bajito para que el macho alfa no se ofenda, o que deben vestir como fieles esposas y aspirar a ser algo así como las enfermeras de España mientras el gran cirujano supremo la opera de lo que adolezca.
Hay muchas cosas insoportables en este Gobierno, empezando por el presidente, pero ninguna peor que la desfachatez de que encima que nos arruinan nos traten como menores de edad que juegan a las barbies a la salida de la guardería.
Que para ellos España no sea más que un juego de niñas no implica que para los demás también. Y si lo es, que al menos aprendan a jugar. A nuestras muñecas nadie les dice qué pensar.
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