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Nos contaban los periódicos que una vecina de Cracovia (Polonia) llevaba dos días observando un extraño animal en un árbol cerca de su balcón. Llamó a la Protectora de Animales y les dijo que había «una especie de reptil color marrón». Quizá sea una iguana, ... pensaron los expertos. Pero, tranquila, si lleva dos días sin moverse, será una iguana muerta. Mandaron una delegación que me imagino como el tronchante Club Pickwick de Dickens. Sobre todo, cuando descubrieron que era un cruasán. Un reptil de mantequilla. Lo mismo esa señora en la Cracovia de los años 40 no habría visto los extraños movimientos hacia Auschwitz. Se junta la imaginación con el miedo y se distorsiona la realidad. O ni siquiera se fija una en el cruasán que tiene delante y luego es una iguana. O un bicho peligroso. Vicente Vallés dijo en su informativo: «Podemos y Vox buscan el enfrentamiento». Cómo se ha puesto la gente. Ven un bicharraco. Pero si es un cruasán.
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