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Al principio de 'Dime quién soy' (momentos previos al triunfo del Frente Popular) sale una joven que seguramente acabaría de miliciana. Mira mal a la señora y trata de atraer a su criada, a quien intenta convencer de que la están oprimiendo. En realidad, la ... revolucionaria es la boba de la señora. 1936. Bueno. Vayamos a 2020. Ayer leí una columna sobre una prueba de antígenos: «Me realicé la prueba en una clínica privada de un barrio rico de Madrid y me cobraron 'solo' 25 euros. Quizá la oferta responda a la obsesión de los señores de la casa por mantener libres de infecciones a las chicas del servicio. En mi fantasía distópica, estas mujeres son obligadas a someterse a pruebas semanalmente, diariamente, dos veces al día». La PCR es la de ciento y pico euros. La de antígenos es más barata. Pero hay que fastidiarse, lo escandaloso era Sostres en 'Avui' escribiendo que en Barcelona solo hablaba español con la criada y con algunos empleados.
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